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lunes, 9 de abril de 2018

LUCAS 1, 21. EL SEÑOR ESTA CONTIGO

 Lucas 1, 26 - 38: A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»  Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.


La celebración de todo Misterio tiene, en la Iglesia, una llamada hacia la actualidad que, siendo la realidad de Dios, clama ante la doble necesidad de:

1) no imposibilitar la acción de Dios en las personas y,
2) la de llenar de gracia cada espacio, cada rincón, cada realidad en un mundo que se ve cada día más necesitado.

Así, si no impidieramos la acción de dios y si llenáramos el mundo de gracia ¿no sería la creación un hito maravilloso?¿no sería la vida algo que merece la pena? En este Plan cada uno de nosotros tiene su propia responsabilidad, porque en esta irrupción histórica a través de la acción individual y comunitaria, si Dios intervino en María… es que también puede intervenir en nosotros.

Así, es una tarea fundamental en este tiempo ser capaces de llevar un mensaje a los demás: “has encontrado gracia ante Dios”. Como mensajeros, evangelizadores, catequistas, comprometidos y comprometidas, sacerdotes, religiosos... la misión principal de acercamiento a la humanidad y a las realidades que nos rodean es esta de llevarles gracia, bendiciendo momentos y circunstancias. Si el mundo nos lleva a hablar mal, a leer y escuchar de crisis, de corrupciones, de tramas, de grupos de presión... el evangelio quiere llevarnos a hablar bien del ser humano, a bendecirlo. En esta  gran pelea espiritual de esas dos fuerzas ancestrales que son el bien y el mal, estemos seguros que no venceremos con lo malo sino con lo bueno.

Por tanto, hay que teñir nuestra realidad de colores, de colores vivos, llamativos, transgresores, felices, dinámicos, creativos, que permitan soñar, que llamen a la esperanza... no dejarse atemorizar por la paleta de grises y de negros, por las líneas rojas, o por los azules, naranjas... o las rosas que impregnan el olor y el color político.

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