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viernes, 20 de julio de 2018

MATEO 12 BUSCARSE LA VIDA

 Mateo 12, 1-8: Un sábado de aquéllos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los fariseos, al verlo, le dijeron: «Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado.»  Les replicó: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la Ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendierais lo que significa "quiero misericordia y no sacrificio", no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.»


Venezuela, Barcelona y el Mediterráneo son las tres realidades que me vienen a la cabeza cuando leo este Evangelio. Trataré de explicarme brevemente porque el tema es complicado y, seguro, merecería poder sentarnos alrededor para hablar de ello detenidamente. Con todo, en estos tres focos resuena la misma frase: "¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre?". Claro está que enncada realidad tiene una connotación diferente.

Desde Barcelona arranco un grito que debe hacerse suyo el Pueblo de Dios, los laicos principalmente. Basta de retroceso pastoral. Si en muchas de las parroquias estamos viviendo bajo el imperio del altar, vamos a pelear por una pastoral más abierta, joven, dinámica, amorosa y solidaria. Una ciuda cosmopolita como Barcelona reclama ya mayor implicación de los laicos en las parroquias. No digo participación, porque ya la hay. Pero reclamo notoriedad y reconocimiento, posibilidades de gestión y celebración. No es posible que quienes sustentan las comunidades deban verse sometidos al pecado y a la sotana.

Desde Venezuela otro grito a toda la Comunidad Internacional ante una realidad devastadora que parece no tener fin y que habla de dos tiranías: la política y la económica. Si proclamamos un Evangelio de libertades hay que comenzar a actuar contra esos grandes poderes que hacen de César de nuestro tiempo. En estos términos habrá que recordar aquello que dijo el cardenal Suerens con tanto acierto:"¿Iglesi, qué dices de ti misma?".

Desde el Mediterráneo el ultimo grito, o gemido, o chillido, o... Quiero misericordia, no sacrificio. Si a alguien no le resuena esto en el corazón y se le revuelve todo el ser ante nuestro Mare Mortum ciertamente se ha dessensibilizado. No hablo ya de acoger sino de misericordia, que es un mínimo muy mínimo. Somos corresponsables de cada muerte, de cada pérdida, de cada nueva patera que sale al mar. Nomvale ni mirar hacia otro lado, ni ampararse en la acción de los gobiernos. Tampoco basta con llorar con los reportajes y las acciones de las ONG. Hay que actuar, hay que ser fuentes de misericordia. Más que nunca pescadores de hombres.

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