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sábado, 28 de febrero de 2015

MATEO 5, 43 PERO YO LES DIGO

MATEO 5, 43 – 48: Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.” Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos? Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué de más hacen ustedes? ¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles? Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto.


A lo largo de estos días estamos leyendo pasajes que nos dicen que hay que comportarse así o que hay que comportarse asá, estamos dentro de una especie de decálogo que empieza en el sermón de la montaña y que terminará cuando el evangelista proponga el capítulo de las dos bases. Yo empezaría con ese pasaje de las bases, porque si nuestra roca fundamental es Cristo entenderemos que no necesitamos vestirnos de tanta normativa. Se dice que es necesario hacer esto o que un cristiano debe hacer lo otro, pero ¿dónde queda la libertad del individuo cuando estamos reglamentando su vida y su forma de ser? Hoy se nos solicita de un algo para que nuestro amor sea más que el mostrado por publicanos o gentiles pero en el fondo no hacemos sino dar vuelta sobre vuelta a las reglas de comportamiento.
Ser de Cristo no se logra por el simple hecho de someterse al amor a los enemigos, eso puede hacerlo cualquiera y no por ello vivir a Jesús. Así ocurre que bajo el nombre de cristianos viven una multiplicidad de personas que a pesar de esforzarse en el cumplimiento de todas las reglas que vierten los evangelios no logran la esencia de la persona de Jesús, la comunión con el Espíritu o la presencia de Dios. Y no será porque no sean buenas personas, eso yo no lo pongo en duda. Pero en el cumplimiento de la norma, sea cual sea, no hay necesariamente vida. Quizás haya un modo, un estilo, una forma, un grupo… pero no hay identidad, ni originalidad y todo queda sometido a la regla. Lamentablemente eso se vive en cualquier rama del cristianismo: católicos, evangélicos, protestantes, ortodoxos…
Ser perfecto como el Padre es perfecto es complicado, ser santo como el Padre es santo es muy complicado… Todo esto es propio del judaísmo de aquella época, de la religión de aquel momento y responde a la situación del entorno de Jesús. Malos y buenos, justos e injustos también sólo responden a la configuración jurídico-religiosa de la antigua Israel. Buenas reglas, buenas intenciones, pero todo se queda en un ámbito no vivencial. Yo no me atrevo a decir quién es quién o qué es quién, no me gustan estos pasajes en los que parece que unos, o la forma de hacer de unos, tenga más valor que la vida o el comportamiento de otros. Quisiera saber lo que diría Jesús.

No se sometan a ninguna regla, vivan en plenitud su cristiandad o lo que sean, tengan plena potestad para elegir su camino libremente y para poder hacer o dejar de hacer en esta vida que Dios les ha dado. Sean bondadosos, respetuosos, ayuden cuando puedan ayudar, gocen de la amistad, del amor, de la belleza y singularidad del mundo, las personas, los animales… Huyan de la imposición, de la etiqueta y de la recompensa y vivan, por favor, gasten esta vida que tienen. Amen, quieran y no hay nada más, sean felices!

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