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viernes, 27 de marzo de 2015

JUAN 10 TOMAR LAS PIEDRAS

JUAN 10, 31 – 39: Una vez más los judíos tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús les dijo: —Yo les he mostrado muchas obras irreprochables que proceden del Padre. ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear? —No te apedreamos por ninguna de ellas sino por blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces pasar por Dios. — ¿Y acaso —respondió Jesús—no está escrito en su ley: “Yo he dicho que ustedes son dioses”? Si Dios llamó “dioses” a aquellos para quienes vino la palabra (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿por qué acusan de blasfemia a quien el Padre apartó para sí y envió al mundo? ¿Tan sólo porque dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a mis obras, para que sepan y entiendan que el Padre está en mí, y que yo estoy en el Padre. Nuevamente intentaron arrestarlo, pero él se les escapó de las manos.



A lo largo de los siglos ha ocurrido que muchas personas genuinas o especiales han sufrido persecución y muerte en manos de aquellos que se sirvieron de una justicia ciega para tratar de justificar todo lo que no entendían. Lo que en el tiempo de Jesús arreglaban tirando piedras en nuestro tiempo lo resolvemos señalando, acusando o apartando. Pero al caso cualquiera de las dos formas expresa crueldad hacia otro. Jesús, de forma elocuente se sirve de un salmo (Salmos 82,6) para hablar de aquellos jueces que también tenían una relación de intimidad con Dios de quien recibían poder y que participaban de él. De una manera que fuera entendible, Cristo expone un argumento para tratar de decirles que lo que entonces hacían los jueces ahora lo hace él y que ello no debería ser extraño.

Tamayo, Rahner, Schillebeeckx, Leonardo Boff, Hans Küng, Lutero, Gustavo Gutierrez, Miguel D’Escoto, Xabier Pikaza… por citar algunos autores más cercanos al cristianismo y cuya historia ha tenido más o menos capítulos cercanos al apedreamiento a causa de la incomprensión de algunos a quienes corresponde el poder o la decisión. Podríamos también hablar de movimientos sociales de toda índole y defensa y volveríamos a ver cómo los siglos son testigos del capricho intelectual o comprensivo. A veces por miedo, por incomprensión o por necesidad y política lo cierto es que a todos estos grandes hombres y mujeres al final se les ha tenido que rectificar o devolver lo que una vez alguien logró quitarles.

El ejemplo de Cristo es para que nadie más termine clavado en la cruz, aunque parece que el mensaje no ha calado en nosotros. Si comprender a Jesús es ver toda su novedad, en base a la obra del Cristo no tendríamos que molestarnos, ni dudar, ni tan siquiera negar esa obra que aporta frescura y oportunidad. Y esto de las negaciones y las excomuniones sigue a la orden del día, pues seguimos siendo tradicionalistas a pesar de vivir en el siglo XXI. Necesitamos una nueva revolución que quiera pelear contra la condena y el rigor y permitir la entrada de esos nuevos colores que espera esta generación.

Para qué seguir negando aquello que en unos años se acabará por aceptar? Por qué necesitamos de lucha tras lucha para terminar dando paso a las propuestas, a los cambios, a nuevas alternativas?

Viven en cada siglo aquellos que están dispuestos a coger las piedras del suelo para lanzárselas a Jesús, porque en Jesús se recogen todas estas nuevas maneras que incomodan al igual que en él están aquellas que ya se han logrado. Porque del Dios del Antiguo Testamento llegó el Cristo, y del Cristo el Espíritu, y ese Padre que es Madre, y el primado del amor, y toda la reivindicación del ser humano en todas sus dimensiones porque en él vive la gloria de Dios (Ireneo) y la importancia de la mujer, y la teología de la liberación, y salto tras salto, pelea tras pelea, argumento tras argumento, se evitaron las piedras y los linchamientos. Aunque para llegar a la victoria muchos de aquellos murieron.


Coger una piedra es agarrarse a lo más duro del ser humano que vive de incomprensión pero abrazar el amor es compartir las diferencias y aceptar todas las posibilidades de la persona, las que nos gustan y las que no… pero eso es amor.

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