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sábado, 7 de marzo de 2015

LUCAS 15 PUBLICANOS QUE SE SIENTAN

LUCAS 15, 1 -2: Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a murmurar: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.»


Este período de cuaresma llama a muchas cosas, de entre ellas es un tiempo de ternura que nos acerca a los más necesitados y en distintos lugares se celebran cenas y comidas para compartir lo que unos tienen con lo que otros necesitan. Este sería el sentido tradicional en que tomamos los relatos de Jesús que se acerca a compartir la vida con los pecadores.

Hoy quisiera centrarme en estos recaudadores de impuestos, que abarcan a todos aquellos que pretenden enriquecerse con los negocios. Si hoy mirara quién ocupa ese lugar, debería centrarme en los cargos públicos, gubernamentales, bancos y cajas, inversores, recaudadores, agentes económicos… y todo aquel que tiene un negocio en lugares en donde la explotación infantil es un hecho vigente.

Jesús nos invita por un lado a sentarnos en la mesa de los pobres, pero por otro lado también nos propone sentarnos en la mesa con todos estos grupos que, de un modo u otro, manejan el dinero y la economía, aunque es posible que a diferencia de este relato en que Jesús comparte la mesa, a nosotros esa invitación puede resultarnos un drama. Pero sea como fuere debería existir esa mesa de propuesta en la que el elemento político y económico quedara aparcado a favor de la Buena Noticia de Jesús.

Miren, no quiero sentarme para que los poderosos tomen conciencia de las necesidades del barrio, de la ciudad, del país… porque ellos ya saben qué ocurre y quién pasa hambre. Jesús, sin duda, no se sentó con los recaudadores para recordarles lo mal que hacían y en otro pasaje a Zaqueo tampoco le pide que devuelva lo defraudado, porque eso no  es lo verdaderamente importante del compartirnos unos con otros. Si bien al hambriento hay que darle de comer, suplir sus necesidades más básicas,  al poderoso no se le puede ofrecer aquello que ya tiene.

Las obras del Papa Bergoglio ofrecen la panorámica de que el cargo que le dan a uno no es más que para un servicio, mientras que en la vida cotidiana sigue comportándose con extrema sencillez. Cuando hablo de acercar a la mesa, estoy hablando de esto mismo, de favorecer al que viene del poder que aquello que ocupa es tan sólo un servicio, que detrás del cargo sigue habiendo una persona, y que esa persona necesita recobrar su libertad.

Miren, ningún presidente del gobierno ha salvado a su país, ha arreglado las desigualdades sociales, ha mantenido los recursos esenciales a bajo coste, ha facilitado el diálogo entre clases, ha sido equitativo con los sueldos de presidente, vicepresidente, senadores, ejecutivos, o ha parada el abuso de la banca a lo largo de los años… Por tanto, esto de que velan, de que se preocupan, de que son necesarios o de que están haciendo… es un engaño, no es nada… es humo. Viven engañados, y podría decir engañándonos pero en ese trasfondo vive la celebración, que el único engaño que existe es sobre ellos mismo y que lo que hay que hacer es liberarlos. Vengan a la mesa y sean ustedes mismos.


La mesa es de aproximación y de celebración. Celebramos el encuentro, pero también queremos aproximarnos, conocernos, intimarnos y separar a la persona de la responsabilidad de su cargo. Lo verdaderamente responsable es que la persona se ocupe de la persona y no del cargo. No más humo, por favor, y sentémonos en la mesa.

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