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domingo, 5 de marzo de 2017

MATEO 4. LAS TENTACIONES

 Mateo 4, 1-11: EN aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». Pero él le contestó: «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”». Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo y le dijo:  «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”». Jesús le dijo: «También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”». De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras». Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”». Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían.


Para situarnos en clave de tentaciones no hace falta ser ningún experto en teología. Todos tenemos, sufrimos, caemos o vivimos situaciones en que nos sentimos atraidos por una fuerza que nos impulsa hacia algo que no conviene. Quizás sea por la erótica de la prohibición o, quizás, porque está en nuestra naturaleza más íntima la convivencia entre lo que nos conviene y no nos conviene.

Sea como sea el caso es que existen estas situaciones y se dan, también, más de lo que quisiéramos muchos. Pero, ¿qué hacer cuando sucumbimos a la tentación?¿Nos mortificamos?¿Caemos en depresión porque creemos que vamos o que somos castigados? Qué terrible dilema nos llegan a plantear estas transgresiones, ¿verdad?
Bien, nuestra herencia más cercana se posiciona en un ámbito de penitencia cuando uno cae en las garras del tentador. La confesión es el método de purificación, dirán. Pero el ser humano del siglo XXI, a la par que conviviendo con esta tradición, parece que no opta por esta vía de descanso, o de descarga. No! Las sensibilidades han ido cambiando y el sentimiento de culpa que lleva a a contricción ha cambiado de rumbo, de motivo, de forma si quieren. Podríamos decir que somos una comunidad más abierta al diálogo para tratar de superar situaciones dificultosas.

En clave de amor, de perdón o de comprensión nos abrimos a la experiencia de la tentación como algo que muchas veces nos resulta insuperable. El modelo de Jesús está ahí, pero también somos conscientes que no podemos observarlo como el comportamiento perfecto en una humanidad que si es algo, es imperfecta. Bien están los ejemplos cuando pueden ayudarnos y no cuando nos suponen tareas irrealizables (o no dicen los evangelios que era una de las acusaciones a los fariseos).

La experiencia de la vida única e irrepetibe tiene de don y de fracaso porciones que van viniendo en el devenir de los años. Acertamos, nos equivocamos, tenemos éxito, sentimos el fracaso… La victoria de Cristo sobre el que tienta es para nosotros como el levantarnos después de cada caída. Una aventura de aprendizaje de la que nadie está exento.

No se mortifiquen, no decaigan, es hora de levantarse.

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