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lunes, 3 de abril de 2017

JUAN 8 LA LUZ DEL MUNDO

 Juan 8: EN aquel tiempo, Jesús habló a los fariseos, diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida». Le dijeron los fariseos: «Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero». Jesús les contestó: «Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y adónde voy; en cambio, vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie; y, si juzgo yo, mi juicio es legítimo, porque no estoy yo solo, sino yo y e! que me ha enviado, el Padre; y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me ha enviado, el Padre». Ellos le preguntaban: «Dónde está tu Padre?». Jesús contestó: «Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre». Jesús tuvo esta conversación junto al arca de las ofrendas, cuando enseñaba en el templo. Y nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.


Estamos en el preludio de todo el tema del pecado del ciego de nacimiento y, en este pasaje, tomamos conciencia de las situaciones que nos anticipan el discurso. Aquellos que creen conocer a Dios resulta que parece que no lo conocen tan bien como creen. Aquellos que prosiguen la práctica ancestral resulta, también, que tan siquiera la han comprendido. Jesús dialoga con valentía con todos estos que creen poseer la verdad y nos deja, también, a nosotros una enseñanza: que Revisemos día tras día dónde esta nuestro corazón, si veve en esta propuesta del Cristo o, por el contrario, si resta en los quehaceres de nuestra religiosidad.

Ante este situación, diré, me considero afortunado de poder vivir una fe que puede conducirme a la duda. Conozco verdaderamente a Dios? Sigo verdaderamente a Cristo? Mis convicciones son próximas al proyecto del Reino? Amo más que recelo? Confió más que me reservo? Podría seguir con una interminable lista de cuestiones que me abordan en diferentes momentos. Con todo, soy privilegiado sintiéndome cercano a este diálogo con mis creencias, con mi Jesus, porque de esta serie de dudas se fortalece la esperanza y aprendo lo que es amar sin esperar algo. Porque... Cómo es amar a Dios?

Confío que nuestra reflexión nos acerque más y más no a lo que es eterno (que también), sino a lo tocante a nuestra vida, donde encontramos el reflejo del Dios viviente en Cristo Jesús, como ese Dios entre nosotros. Que podamos hacer del mundo un reflejo del Reino que, aun desconocido, vivimos como esperanza.

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