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miércoles, 14 de junio de 2017

MATEO 5, 17. LEY, PROFETAS Y MORAL

 MATEO 5, 17 – 19: No piensen que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos sino a darles cumplimiento. Les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, ni una letra ni una tilde de la ley desaparecerán hasta que todo se haya cumplido. Todo el que infrinja uno solo de estos mandamientos, por pequeño que sea, y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos; pero el que los practique y enseñe será considerado grande en el reino de los cielos. Porque les digo a ustedes, que no van a entrar en el reino de los cielos a menos que su justicia supere a la de los fariseos y de los maestros de la ley.


Hay pasajes que me llevan a pensar que cuando vemos a Jesús como un gran revolucionario equivocamos la forma en que miramos al Cristo. Igualmente me ocurre cuando traspasamos la figura del Nazareno para acercarlo al ámbito moral. Creo que son visiones desacertadas aunque muy humanas de leer el Evangelio, que no es sino la forma en que los discípulos comprendieron el mensaje y la vida, muerte y resurrección del Cristo, aunque desde una perspectiva ya lejana hacia mediados y finales del siglo I. Claro, de entre cincuenta y cien años después podemos entender que no ha llegado a nosotros sino una imagen determinada de Jesús que, seguramente, distorsione de quien verdaderamente fue.

Desde este ámbito estamos hoy ante la cuestión moral, la infracción o no de la lye, la cuestión de la obediencia… temas que gustan a muchos pero que no hacen sino entretejer un sistema legal que no libera, sino que maniata al fiel. Ni el horizonte de la misericordia, ni el testimonio de amor logran salvarnos del estigma de la obediencia, que parece la anti norma en comparación del amor.

En todo caso, me parece muy de la época y muy de aquel judaísmo y quizás por ello me pueda parar a pensar que cercano a Jesús. El paso de los siglos, desde luego, ha hecho un flaco favor a la historia del Nazareno. Historia que hoy ya interpretamos a nuestro gusto bajo la tutela del amor, de la vocación, de la libertad… incluso de la elección.

No obstante, considero que estas premisas hacen al ser humano muy pequeño. En parte lo hacen muy miserable. Cuando tratamos el Misterio desde la norma, la ley o la moral nos equivocamos, seguro. El Misterio que nos trasciende no puede apagarse en el cumplimiento y la obediencia porque estas son las formas más antiguas de seguridad para lo que se escapa al ser humano. ¿Cómo pues entender estos pasajes?¿Cómo salvar la obediencia?¿Cómo ser verdaderos creyentes?

No se si será con misericordia, o con humildad y servicio, o con ayuno y oración… pero seguro que será con nuestra humanidad, con la de cada momento, con la de cada persona, con la de cada suspiro.

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