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viernes, 2 de enero de 2015

JUAN 1, 19 ¿QUE DICES DE TI MISMO?

Juan (1,19-28): Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?»  Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.» Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»  Él dijo: «No lo soy.» 
«¿Eres tú el Profeta?»  Respondió: «No.»  Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»  Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.» 
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»  Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»  Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

¿Qué dices de ti mismo? Pregunta directa e intencional de algunos que quieren saber por qué uno hace lo que hace, vive como vive, viste como viste... En el caso concreto, el poder necesitaba respuesta al comisionado del Bautista en el Jordán, lugar en el que se sentía llamado por Dios para bautizar a la gente y prepararlas para esa nueva propuesta que debía llegar con Jesús.

Hay personas que parece que necesitan tu radiografía, preguntan esto y lo otro, quieren acceder a tu intimidad y lo hacen con el descaro de querer sacar algo a cambio o de poder luego servirse de esa relación a conveniencia. Puede que incluso necesiten tus credenciales para permitirte hacer lo que tú quieres hacer. ¿Limitadores? ¿Legalistas? ¿Esclavistas? Hay un sector de personas que viven más preocupadas por lo que hace el otro que por lo que ocurre en sus vidas y todo lo que es nuevo, libre, sincero y de corazón sin llegar a molestarles, parece que les haga temblar.

Podría haber empezado esta reflexión hablando sobre el testimonio, cómo nosotros testificamos de Cristo por ejemplo. Pero esa reflexión merece un punto y a parte en el que cada cual debe ese testimonio a la libertad y a la gratuidad de una relación de Amor que primero debe ser vivida y conseguida, interiorizada, sentida, llorada... el testimonio es algo vinculado a muchas circunstancias y aunque siempre pueda ser fiel, está acogido a los lazos de nuestra comunión con Él. Nosotros, tan cambiantes y necesitados.

En este pasaje Juan no valvucea, sin vacilar lanza su compromiso con Dios, su seguridad en Cristo, su misión, su devoción. Pero un tiempo después el mismo Bautista mandará a unos discípulos suyos para que pregunten a Jesús si es Él el que había de venir. ¿Quién sabe si el presidio llevaba el corazón de Juan hacia la duda? Y esto me hace pensar en un testimonio que es reflejo de la vida y que, al final, no es tan sólido y seguro como pensamos muchas veces. Pedro, quien dijo jamás te negaré y acabó llorando tras el canto del gallo, cruzando su mirada con la compasión de Jesús, amargo retiro tras haber negado al maestro.

¿Qué digo de mi mismo?

Todos atravesamos momentos complicados y difíciles, de aquellos que uno quisiera escapar, tapar, salir corriendo y olvidar. Momentos en que esa fe, ese testimonio, se tambalea y se vuelve fràgil, diminuto. En nuestra vida de fe habrá grandes momentos, gozo, pero también habrá curvas y montañas difíciles de saltar. Lo que uno pueda decir de sí mismo será diferente en esos límites y marcará las palabras, el ánimo, la felicidad... Y así es, completamente humano hallarse en la vida con esta disyuntiva de no aferrarse a un testimonio único, dejando espacio para que cada día nos sorprenda con otra salida del sol, con una luna llena, con la luz roja de la Barcelona que se ilumina a los piés del Tibidabo.

Mi testimonio es fràgil, a veces cambiante, unos días es una explosión de júbilo, otros un lamento. Pero mi seguridad vive en Jesús. Mi corazón reside en Cristo y se que en mi caminar Él no juzga, no me pregunta, no quiere de mi testimonio, me acepta tal y como soy, me deja libre para descubrir lo que quiero ser, lo que quiero vivir, con quién quiero estar, o lo que no quiero hacer.

Lejos del chismorreo, de las preguntas incómodas, de la mala intención del poder y de quienes quieren sonsacar de las respuestas problemas vive mi verdad en Jesús. Cada mañana, cada noche busco el tiempo de charlar con él, de comentar el día, de escuchar... De mi mismo no digo nada porque nada tengo de qué presumir, lo que hago o lo que no hago forma parte de mi intimidad, acercarse a ella con sinceridad permitirá que compartamos esas motivaciones, pero hacerlo con segundas... ¿Qué dices de ti mismo?

Jesús nos llama a no contestar al poder, a no entrar en la polémica fácil, a no someternos. Nos otorga la misma seguridad que a Juan, quien no necesita contestar para seguir su trabajo. Y no importa si no somos Elías o Moisés, porque no vivimos para contentar a nadie sino para Amar. Qué diferentes son las cosas para el que Ama y que limitadas lo son para quienes se someten al Poder.

Jesús no pide cuentas al Bautista, Dios no pide cuentas al Bautista y Juan trabaja por devoción, a lo que ha sido llamado. ¿Quién soy yo para pedirte cuentas? ¿Qué es el ser humano para juzgar a otro ser humano?
Hoy meditamos sobre los prejuicios, sobre la falta de honradez, sobre cómo vivimos en relación al prójimo. Deseando sumarme a ese silencio del Señor, a ese silencio que no toma asientos, que no presiona, que no se agota y que convierte la vida en Amor. Un amor sufrido, benigno, que no se irrita, que todo lo soporta, todo lo puede, que nunca deja de ser.

Deseo aprender a aparcar ese testimonio, a soltarme, a dejarme llevar. Quiero ahondar en los misterios del Padre, mirar a través de la profundidad de la Madre, medir la altura de Cristo... Ellos, tan excelsos, se muestran con una humildad absoluta. Quiero descubrir el alba, saborear el atardecer, gritar si es preciso, dejar mi chaqueta, mi signo, mi señal, mi condición, mis posturas y fundirme en ese silencio, en la escucha, en la vibración del entorno, en la dirección del viento.



¿Qué dices de ti mismo?

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