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domingo, 11 de enero de 2015

MARCOS 1, 7 MI HIJO AMADO


Marcos 1, 7-11: En aquel tiempo, proclamaba Juan: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.» 
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. 
Se oyó una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»


Algo nuevo proclama Juan el Bautista que tiene que acontecer en la relación entre el ser humano y Dios. Juan, diría, ya os he purificado, limpiado, porque os habéis sumergido en esta agua del Jordán saliendo de ella con el ánimo cambiado, con otros objetivos, con intenciones más solidarias, más sociales, más comprometidas. Y todo esto está bien, porque ya de principio nuestra forma de relacionarnos está cambiando a mejor. Juan nos acerca a la solidaridad entre personas, a la ayuda mutua y a no desear el mal para nadie, preparando a esta sociedad judía para una renovación que viene y que pasará también por esa misma agua, pero que cambiará el orden natural de las cosas como parecían desde el principio.

Jesús llega, cumple con el bautismo del agua bautizado por Juan, e inmediatamente tradición y experiencia quedan completamente rotas, sin sujeción, como en un limbo extraño en el que los cielos se abren, una voz exclama y algo extraordinario sucede que une ambos reinos.

Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco siempre.

La expresión final de Dios en su Hijo Jesús, la declaración radical del amor de Dios a su Hijo, el ligamen eterno de esa feliz vocación que tiene una familia. Dios y Jesús, que estrechan su mismo lazo de Amor, trasladan esta verdad al ser humano, a todo hombre y mujer que, desde entonces, pueden vivir debajo de esta afirmación del divino, que se complace en cada uno de nosotros como entonces hace con Jesús. Y qué necesario es que lo cierto de estas palabras penetren y se arraiguen en nuestro corazón, porque desde lo que dice Dios luego yo también te debo esa misma complacencia.

Tú eres mi hermano amado, mi hermana amada. En ti me complazco siempre. O también tú eres mi Hijo, o mi Hija amada y en vosotros también me complazco siempre. Siempre, lo que quiere decir no sólo el cómputo de lo temporal sino que acepto absolutamente quién eres, lo que eres, lo que puedes y no puedes… Mi expresión más radical de confianza en ti sale de este siempre, que es un en toda circunstancia, en todo momento, en cualquier situación.

No es fácil llevar el mensaje de hoy adelante, no lo es cuando la sociedad vive en un luto permanente, cuando se ataca la vida, cuando se mata, cuando se viola… Cuando nos asola el terror, incluso el temor. Y no podemos hacer poesía del evangelio y no puedo hacer una hermosa composición de intuiciones sin dejar de mentar cómo está el mundo, desordenado, hostil, hambriento, seco… ¿Se complace Dios de estas situaciones? Yo creo que no, Dios sabe… pero yo lo veo triste, en silencio, aun respetando nuestra libertad… No creo que esté de acuerdo con este orden mundial, con estas vías del hombre, con la deforestación, los secuestros, las amenazas, las bombas…

No hay tratados de paz contra la maldad del ser humano. No hay posibilidades de detener aquello que no quiere morir y el odio, el resentimiento, son nuestra carnaza.

Escucha por un momento, otra vez, la voz que sale del cielo rasgado: Tú eres mi Hijo amado, tú eres mi Hija amada. Pienso, creo… que esto es precisamente lo que tengo que decirte también yo. Tú eres amado, siempre. No tienes que refugiarte en ningún integrismo, ni tienes que ser fundamentalista, no tienes necesidad de encontrar tus respuestas en la muerte. TU ERES AMADO y aquí tienes tu completa verdad y tu verdadero sentido, SIEMPRE.

Por favor, tómate 5 minutos, permite que esta sentencia penetre en tu interior, acógela en tu corazón y vívela. Cierra estos ojos que ven el mundo, abre los ojos de la fe y déjate empapar de Amor y si logras vibrar, incluso llorar, con tu meditación personal de este SER AMADO lánzate a esta misión, a esta visión. No importa quién eres, qué eres, si de una religión o de otra, si de un brazo político o de otro, de derechas o de izquierdas, rico o pobre… SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE.



Quiero aprender a Amar, aprender a perdonar, aprender a cubrir, a ayudar, a escuchar, a conversar. Quiero… decirte que ERES MI AMADO, MI AMADA… SIEMPRE.

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