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domingo, 31 de mayo de 2015

MATEO 28, 16 COMISIONES

MATEO 28, 16 – 20: Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña que Jesús les había indicado. Cuando lo vieron, lo adoraron; pero algunos dudaban. Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: —Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.



Algunos preguntarán: ¿La gran comisión es para todos los cristianos? Bien, ciertamente sí, porque de un modo u otro todos los cristianos hemos sido regenerados en el hombre nuevo, que renace con Cristo. Pero también es cierto que a partir de la Edad Media la participación de los cristianos se ha ido perdiendo a causa de la progresiva clericalización. Visto está que las situaciones vitales han variado mucho desde esta época en la que hubo mucha presencia de la Iglesia en cualquier ámbito de la vida, a la nuestra con el declive de las vocaciones y la secularización de la sociedad. Por ello, cuando leo pasajes en los que se comisiona al cristiano, o al creyente no puedo dejar de pensar que en algo nos hemos equivocado separando tanto la realidad de Cristo.

En estos últimos meses se ha escuchado al papa Francisco hablar como queriendo conciliar la opción religiosa con el resto de creyentes, pero este acercamiento que se promueve desde  el Vaticano no será nunca efectivo mientras todavía exista un abismo entre la realidad social y el punto de vista del clero. Claro que hay personas que se identifican plenamente con las decisiones, los comentarios, las declaraciones y las opciones más ultraconservadoras, pero están muy lejos de lo que es la realidad de muchos colectivos y realidades que también son pueblo de Dios. La gran comisión que debe venir en nuestros días pasa por hablar de los preservativos, de los abortos, de la homosexualidad en el ámbito social más urgente, y de la gestión del patrimonio, celebraciones y participación de los creyentes dentro de de un ámbito más de actuación.

Está muy bien leer e imaginarse que participamos de la vida del Reino, pero estaría mejor que en lugar de Sínodos hubiera proximidad, y en lugar de audiencias, se dejara de señalar a los separados y divorciados a quienes les cuesta comulgar. Miren, está muy bien hablar las cosas, pero parece que ya hemos hablado demasiado, no? Llevamos siglos y siglos tratando de adecuar y actualizar a la institución y al pueblo. Quieren decir que es tan complicado? Obviamente no, pero esté quien esté en lo más alto, se nos vende el querer acercarse, el arreglar las cosas, el pedir perdón y el buscar culpables, pero tras toda esta cortina de humo finalmente sigue costando, y mucho, ajustarse a la realidad.

No quiero con esto criticar el trabajo de nadie, y me gusta esta tendencia actual de Francisco. Quizás sea un inicio, un testigo, un primer estadio… Puede ser una prolongación en la vida de esta gran comisión de Jesucristo, y que ahora nos corresponde coger a nosotros. Como en una carrera de relevos que durante mucho tiempo no se pudo celebrar, parece que hoy podemos llegar al estadio para participar.


Que nazca nuestra inquietud de colaborar en las cosas, de proseguir en carrera, de facilitar el relevo y de seguir corriendo para asistir a nuestros hermanos y hermanas. Ahora que hace calor, si sienten alguna brisa… corran, quizás sea el Espíritu.

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