Translate

sábado, 18 de junio de 2016

MATEO 6, 24 ¿QUE VESTIREMOS?

MATEO 6, 24 – 32: Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?  ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida? ¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe?  Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?”o “¿Qué beberemos?”o “¿Con qué nos vestiremos?” Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.


Vivimos en un tiempo que para nosotros existe el Dios incomprensible, que permite lo bueno y lo malo, y del que somos capaces de verbalizar en tipologías que llevan el sello de: amor, libertad, compasión, ayuda, misericordia…, más nos ponemos cuando aparece el misterio del mal y no alcanzamos a dar una nueva respuesta a la vida. Ha habido incursiones en la inefabilidad de Dios con Rahner, el Dios incomprensible; llamadas a ver a Dios en la ausencia con Bonhoeffer; Etty Hillesum habla de perdonar a Dios por lo malo que sucede en el mundo y ayudarlo a construir el bien; Simone Weil, Edith Stein… grandes nombres que hablan de esta problemática con respeto y dulzura, incluso con algo de inocencia.

Es el enorme misterio de la vida, de Dios y del ser humano que por más psicología, psiquiatría, sociología o pedagogía, cada día nos sorprende más hacia dónde conduce las cosas. De bien seguro que hoy estamos en otra posición respecto de lo que es la providencia de Dios, o de lo que podemos esperar de ella. A veces porque estamos hechos a pagar para poder vivir, y vivimos bajo la tiranía del dinero; otras porque vertemos a Dios todas nuestras decepciones, y hemos convertido a Dios en un eterno culpable; otras porque simplemente hay que rendirse ante lo que nos es oculto y no comprendemos.


Todos necesitamos agarrarnos a la cuerda, o que nos sostengan de la mano, que no nos dejen caer. Pero hay que lanzarse al vacío, vivir en lo que llamamos ausencia, allá donde nos parece que no hay Dios, donde no podemos verlo, soportarlo, porque en el terreno inhóspito, en la niebla espesa, o en el desierto son lugares propicios para actualizar nuestra pasión por Dios. El punto de vista no puede cambiarse en la comodidad, sino que debemos ser removidos, arrancados de nuestra naturalidad para poder caer, y así lograr… como cuando se sube a una montaña y se ve el atardecer, o como se contemplan las estrellas en África, o como la enormidad en el Gran Cañón, lo más especial aún estamos por descubrirlo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario