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jueves, 14 de julio de 2016

MATEO 11, 29 SER DE APOYO

MATEO 11, 28 – 30: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»



A veces puede resultar diluido un mensaje que se repite y se repite, más cuando lo cierto es que la vida cristiana, si bien es reconfortante, a veces no atiende a la máxima del descargo propuesto por este pasaje. Así, el evangelio nos pone a veces en una tesitura de ligereza, felicidad y paz y otras, en cambio, en situación de persecución o de coste. El que quiera ganar debe perder, pero el que coge mi yugo hallará descanso.

No podemos engañar a nadie, la vida no es un camino de rosas y hay situaciones que nos llevan al extremo. Es cierto, pero, que quienes confiamos en Jesús tenemos a alguien en quien sujetar todas las situaciones de la vida. De ese modo el descanso que hallamos está en la seguridad de que todo lo que ocurre es por alguna razón, aunque en el momento presente no la veamos. Somos una comunidad en esperanza y por la fe adquirimos conciencia de que Cristo carga con nuestras dolencias, o de otro modo… que Jesús nos ayuda a soportar las cargas de la vida, que no son pocas.

Podemos, nosotros, hacernos con el mensaje de hoy, llevarlo a nuestra vida no como aquellos que dejan en Cristo su mochila sino como aquellos que, siguiendo el ejemplo de Jesús, quieren ofrecer su ayuda a los demás, como si fuéramos “cireneos”, dispuestos a ayudar a cargar con la cruz de otros, solidarizándonos, volcándonos en el compromiso, buscando la manera de compartir suelo y vida. Esta sería una buena opción para llevar el evangelio en nuestro tiempo, convertirnos en consoladores de la sociedad, en aquellos que quieren dar pasos al frente en cualquier situación.


Por tanto deseo que el llamado de Jesús, que su ofrecimiento, sea también nuestra opción en la vida, ser personas con capacidad para descargar de sus problemas a los demás, por amor, en esperanza, transmitiendo la variable de la fe como aquello que fundamenta nuestra vida en la felicidad, en la libertad… No, no somos mochileros pero sí somos un hombro en el que los demás se pueden apoyar.

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