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domingo, 13 de noviembre de 2016

LUCAS 21, 34. ESTAD EN VELA

LUCAS 21, 34 – 36«Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.» 


Proseguimos por el camino de estos signos escatológicos que nos alientan a estar vigilantes, a ser buenos administradores y a permanecer en la esperanza a pesar de que la venida de Cristo pueda ser, aún, tardía. Esta claro que la comunidad redactora del evangelio, como nosotros, era consciente de aquellas cosas que estaban perjudicando a los cristianos y utilizan este discurso escatológico para hacer una exhortación a la comunidad: para alentarlos a la fe que estaban perdiendo y para que mantuviesen el corazón encendido por mantener aquellas actitudes que provenían de la vida apostolar, como la invitación a la oración que (en definitiva) es un llamado a ser íntimos con Dios, como lo fue Jesús.

Nosotros siempre podemos leer estos discursos en clave de actualidad, aunque pienso que estamos sensiblemente mejor que aquellos, por lo menos en cuanto al conocimiento de la tardanza de las últimas cosas o al fuego de la fe, a pesar de que los tiempos que corren en Occidente no sean tan propicios, o tan eclesiales, como lo fueron años anteriores. Aunque quizás es porque la sociedad y la Iglesia también tienen que purificarse, como fuego, y es necesario que muchas cosas sean consumidas para que finalmente quede algo genuino sobre lo que volver a construir comunidad, ¿Quién sabe? Lo que tenemos por seguro es que no debemos perder la esperanza, ni por temor a los terroristas, ni por las políticas de turno que extorsionan la libertad (sea económica o militarmente hablando).

Está claro que la embriaguez de nuestras vidas no viene a causa del alcohol, ni por causa del dinero, sino que a través de la especulación, y de los intereses de los poderes fácticos, nos emborrachan con el Black Friday mientras sigue la guerra en Siria, el miedo en París, las medidas de seguridad en Nueva York, o mientras la población de los países productores de petróleo pasa hambre. 

No quisiera perderme en el frente de los despropósitos sino lanzarme a disponer mi corazón para que venga alguna luz nueva, que nos arranque de la comodidad, de las seguridades y de la percepción que cada cual tiene de la realidad. Ya cambiemos, no sigamos al amparo de las ideologías, de los discursos y de las promesas, sino demos un paso firme por la libertad del ser humano, por la dignidad de la persona, por la causa del amor y la comunión entre pueblos.


Que este tiempo sea para nosotros un buen motivo de reflexión profunda y existencial, pues las señales son de sobras conocidas y, en muchos casos, ni velamos, ni somos administradores.

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