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martes, 1 de noviembre de 2016

MATEO 5, 1. BIENAVENTURANZAS



Las bienaventuranzas nos colocan siempre en esa doble dimensión que nos afecta hacia el interior y hacia el exterior. Somos bienaventurados cuando...pero también bienaventuramos cuando... Existe, pues, una cadena de circunstancias que ligan a la felicidad (la propia, la del ser humano y la del mundo). Que bonito pues que cíclicamente se nos recuerde este texto que, aunque lo conocemos de memoria, siempre nos lleva a repensar nuestra actitud en clave de evangelio. Es nuestra forma de entender que el mundo en el que vivimos puede mejorarse.

Qué ocurriría si, por ejemplo, las empresas, gobiernos, bancos o grupos de poder en lugar de regirse por sus propios intereses lo hicieran en clave de bienaventuranza? Obviamente todos viviríamos mucho mejor y el bien común, que nunca deja de proponerse, se instauraría ya no como una quimera sino como una realidad. O es que no queremos salir de las utopías de siempre?

Las bienaventuranzas nos hablan de una mejora posible por la transmisión de la felicidad. Simple, efectiva y posible dentro de los parámetros de nuestro mundo y de nuestra sociedad, fundables en cualquier país, para cualquier raza, sin tener que hacer grandes inversiones, sin agotar los recursos del planeta, sin desplazar o denigrar a nadie, a nadie!!

En este sentido los cristianos tenemos una gran responsabilidad. Es algo que tenemos que hacer ya, sin demoras. No puede pasar un día más sin bienaventurados. Quizás nos llegue esta lectura a pocos días para que termine el año de la misericordia pero que nos quede como reclamo en el horizonte de nuestro trabajo. Si hay que llegar a algún lugar es a declarar feliz al mundo y al ser humano.

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