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miércoles, 8 de febrero de 2017

MARCOS 7, 14 DESDE DENTRO

Marcos 7, 14-23: En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre». Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola. Él les dijo: «También vosotros seguís sin entender? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón sino en el vientre y se echa en la letrina». (Con esto declaraba puros todos los alimentos).  Y siguió: «Lo que sale de dentro del hombre, eso sí hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».


El evangelio de hoy nos llama a mirar al interior, tanto a nivel personal como a nivel comunitario y eclesial. El mundo de hoy solicita a los cristianos que, si en algo quieren hacerse notorios, tengan coherencia entre lo que se dice y lo que se vive. Es decir, un testimonio basado en la vivencia verdadera, capaz de interpelar o de interrogar sin mayor pretensión que la de establecerse no tanto como referentes sino como seres humanos integrales y solidarios, atentos a los signos de los tiempos, amables con sus semejantes, movidos de compasión, capaces de procurar por las situaciones de desigualdad...

Obviamente hemos traspasado el momento evangelizador y misionero como forma de convencer o de conquistar. La palabra y el discurso yacen para momentos de reflexión, yatan siquiera sustentan un debate porque, hoy, lo que verdaderamente concluye la fe es el testimonio y la opción de vida.

Si no hay coherencia entre testimonio y vida lógicamente hacemos más mal que bien. De qué sirve una Iglesia comprometida con los pobres si no es capaz de cubrir sus necesidades? De qué hablar de la inmigración si no se acoge y se lucha por la acogida? O de que testificar del amor si se vive el rechazo?

Sólo hace falta testimonio de vida, y no para convencer a nadie sino para ser consecuentes y justos con aquel que nos llama y decimos que nos sustenta. Cuidense de lo que penetra en su espíritu, vivan originalmente este amor que se derrama.

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