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viernes, 27 de octubre de 2017

LUCAS 12, 54. EL ULTIMO CENTIMO

 Lucas 12, 54 – 59: Decía también a la gente: «Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: “Va a llover”, y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: “Viene bochorno”, y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.



Hablar de este pasaje de hoy puede resultar pretencioso para quien escribe por la opción política que se vive entre España y Catalunya y que, hoy, tras un recorrido intenso llega no ya ante el juez, porque en este país la justicia es partidista y está quemada, sino ante el alguacil, porque directamente estamos ante la cárcel, un lugar curioso del que salen aquellos que más deben y más roban y no aquellos otros que, pobres, no tienen ni para pagar. Que el gobierno más corrupto de la historia de España tenga potestad ante los ciudadanos como juez y verdugo es terrible. Que un gobierno que maniata a la prensa y controla sus contenidos, informaciones, personal… quiera vender libertad, es esperpéntico. Y que un gobierno que ha favorecido a las grandes fortunas al robo a través de la amnistía fiscal se atreva a tocar la sanidad, la educación, la cultura o la vivienda como ha venido haciendo en todo este tiempo es, cuanto menos, vergonzoso. La ignominia que se ha instalado en nuestra democracia necesita, urgentemente, no ya una reforma sino una total y absoluta renovación.

Claro, yo vendo mi parte. La que me toca. La que vivo y la que siento. Y debo decir que tampoco espero un gobierno catalán libre de fraude, de corrupción, o lejos de los círculos de presión y de poder que, también, han dirigido los pasos de la situación actual. Ojalá hubiera sido sólo el fervor de un pueblo que quiere que se le escuche. Para nada, quién descubriera las cloacas del proceso y sus fondos de presión. Así, desde luego, como nación tampoco iríamos demasiado lejos. Porque sí, hay que escuchar a más de dos millones de personas pero, no, no hay que dejar de ver al otro tanto por ciento que no quiere la independencia. Por tanto, si el gobierno del PP nos lleva ante el alguacil, nosotros también hemos hecho lo propio con los nuestros, amigos y familiares, que quieren otra opción. Tampoco es democracia.

Seguiré saliendo a la calle contra el terrorismo. Saldré nuevamente contra la represión policial. Iré a hacer bulto para que se respete el ecosistema, se erradiquen las guerras o para denunciar la violencia de género, por ejemplo. Pero no, no van a verme más en democracia porque como tal, y ya hace tiempo, la democracia está extinta.

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