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domingo, 16 de diciembre de 2018

MATEO 1. JESUS

 MATEO 1, 1 - 8Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David. David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías…



La genealogía de Jesús nos quiere conducir en los evangelios de Mateo y Lucas a dos orígenes diferentes, pero importantes para cada comunidad. La mateana nos conduce a David, el Rey, mientras que la lucana nos lleva directamente a Dios, el Padre. Son recursos teológicos, elaborados para destacar algún aspecto determinado de sus evangelios. Y así como la genealogía quiere también dejarnos un origen, un punto de inicio, un rastro de descendencia… ¿nos hemos parado a pensar cuál es la nuestra como cristianos? Claro, no por consanguinidad sino por fe, y veríamos qué variopinta es esa línea que nos comunica con el inicio y también seríamos espectadores de una sucesión que traspasa los límites de nuestra propia sangre, abriéndonos a la universalidad y a la diversidad de amigos, hermanas, amadas y amados que han colaborado a forjar este árbol de la fe que finalmente conduce a Dios, por Cristo.

Yo recuerdo amuchas personas importantísimas que elaboran esta genealogía, y podría decir que, aunque no teológicamente, sí responde a criterios de amor, porque gracias a todos ellos y a todas ellas, de un modo u otro, recibí una oportunidad para la fe. Diré, también, que como los grandes nombres de los evangelios, ellos y ellas son los nombres en mayúscula del mío propio, pues todos trajeron esa Buena Noticia, que también es el Evangelio. Por tanto, vivo como heredero de la fe de muchos que ha ido interpelando a mi vida, reescribiéndola día a día con letras de gracia, con frases de amor.

Quisiera ser muy breve hoy, pues sólo quiero lanzar esta posibilidad para que todos reflexionemos hoy, o traigamos a nuestra memoria (y a nuestro corazón) a quienes, de un modo u otro, forman parte de nuestra línea más especial, que es la que nos comunica en Dios a personas de toda índole, edad, pensamiento, posición, raza…

Nuestra historia es universal, y puestos a reflexionar es una historia de unión, porque a través de muchos somos también hijos de Dios, nacidos en Cristo, a quien llegamos por una amistad, por una palabra, por un familiar…o hasta por un desconocido, que también lo hallamos allí, entre los nombres de nuestra genealogía.

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