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sábado, 11 de julio de 2015

MATEO 19, 27 LO ENTREGAMOS TODO POR TI

MATEO 19, 27 – 29: —¡Mira, nosotros lo hemos dejado todo por seguirte! —le reclamó Pedro—. ¿Y qué ganamos con eso? —Les aseguro —respondió Jesús—que en la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, ustedes que me han seguido se sentarán también en doce tronos para gobernar a las doce tribus de Israel. Y todo el que por mi causa haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o terrenos, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna.


Lo cierto es que la reclamación de Pedro es algo tan normal en el ser humano, como lo es también buscar que sus obras le sean reconocidas. De ese modo, vemos normalmente cómo las personas se reúnen en grupos y cómo en estos algunos quieren destacar, otros buscan ser reconocidos y otros, por ejemplo, son aduladores. Así también ocurre en la experiencia sexual, y así también en la erótica del poder. ¿Es malo buscar reconocimiento?¿Es malo abrumar a alguien con todo tipo de halagos?¿Lo es destacar? De nuestro sí o de nuestro no dependerá la manera en cómo afrontamos nuestra vida diaria, nuestras metas, nuestras amistades… Yo no diré ni sí, ni no, porque me es más importante respetar la opción de cada cual.

Personalmente, pero, no continuaré con la opción que no elijo, porque en mi entendimiento no es la mejor manera de plantearse la vida, y no me gusta. Con todo, siempre es mejor hacerse a un lado, que tratar de imponer lo que uno piensa o lo que uno vive; de ninguna manera podemos decir a unos: lo hacéis mal, y a otros: qué bien! Porque de un modo u otro, la existencia no es perfecta (gracias a Dios). Sí tú piensas en A, vive como el que ha elegido A, y si por el contrario es B, respeta a quienes viven en A.

Considero que el mejor reconocimiento es el que no se recibe, el que vive en la cara B de las cosas, aquel que empuja, que trabaja, que ama, y que se desgarra incluso en la sombra, yéndose luego a casa para descansar, y sin que nadie vaya detrás cantándole alabanzas. El mayor reconocimiento que viene de parte de Dios es la vida, y la vida eterna; el mayor reconocimiento que los seres humanos podemos darle a Dios es la gratitud con la que vivamos intensamente esa vida, incluso el amor que demos, el trabajo que hagamos, la compañía que cubramos, el alimento que acerquemos…

Aunque es un tema controvertido el ponernos en un lado u otro, hoy el evangelista nos muestra una faceta que vive en nosotros, y que como tal actúa de división entre los reconocibles y los que no se ven. Si habláramos de fútbol podríamos decir: ¿Es más importante Xavi, o Mascherano? ¿Es mayor lo que vemos, o lo que no vemos?


Viva el anonimato, Viva toda mujer y todo hombre que desde un alias, o desde el silencio, o que por su localidad han sabido dar la vida sin trascender al honor y al escenario. Gracias por preferir entregarse sin un diploma, a hacer algo en un lugar visible. Pero gracias también a los que han sido reconocidos, abrumados, fotografiados, novelados… porque si sus obras fueron obras de amor, que se ilumine el teatro, que toque la orquestra, que suenen las trompetas, que triunfe la vida.

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