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domingo, 10 de enero de 2016

LUCAS 3, 21 UNA VOZ DEL CIELO

Lucas 3, 21 - 22: En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.»


Para Lucas será crucial el presentarnos a Jesús como el Hijo de Dios. Si nos fijamos en la lectura, veremos las constantes referencias que el evangelista hace a la filiación divina del Cristo, sea a través de la epifanía, o de los demonios, o de satán en las tentaciones... Si eres Hijo de Dios, Tú eres mi Hijo... como también leeremos en la transfiguración, o incluso ya a pies de la cruz. Por tanto, lo verdaderamente importante del bautismo de Jesús podríamos situarlo en esta esfera en la que el autor quiere presentar a un Hijo, que lo es desde su concepción, como también leemos en el evangelio de la infancia.

Lo importante aquí es poder ver estos condicionantes que nos indican la peculiaridad del Jesús, quien siendo bautizado tendrá esa visión del Espíritu descendiendo en forma de paloma. ¿Acaso dice el evangelista que lo viera alguien más que sólo Jesús? ¿O alguien más escucha la voz del cielo? No, claro, es un pasaje absolutamente cristocéntrico. La intención del autor es presentarnos al Siervo de YHWH, el Hijo de Dios. Por tanto, nos hallamos delante de lo que será la clave de lectura de todo el evangelio de Lucas.

A veces olvidamos que el evangelio es una fuente de pedagogía más que válida, incluso para nuestro tiempo. Siempre he creido en la importancia de la buena lectura de las fuentes, en la necesidad de la hermenéutica, en la comprensión de los textos y desde una correcta estructura interpretativa conseguir llevar el evangelio al corazón (aunque yo, muchas veces, haga al revés, llevando primero el corazón al evangelio y no al revés).

Sería precioso hablar, hoy, de cómo nosotros mismos podemos escuchar, también, esa voz del cielo que nos ofrece participar de la misma vida divina del Cristo en Dios. De un momento trascendental para la vida de cualquier bautizado, cuando es consciente que el Espíritu Santo llega a su corazón... Y podríamos hablar, pero nos alejaríamos del evangelio. Y sería bonito, y nos llenaría de gozo, pero nos apartaríamos de la Palabra, del mensaje, de la intención del autor... haríamos un evangelio de bolsillo. Hoy no será el caso. La hondura y la profundidad en los evangelios no hay que buscarlas en la iluminación sino en las fuentes, en los textos, en el sentido hermenéutico y, después, en el corazón a través de la experiencia, de la oración y de la vida misma.


Que en este año que empieza podamos comprender la necesidad de huír de los fanatismos, las fábulas, los cuentos, y las interpretaciones personalístas, egoístas, clasistas, o retrógadas de la Palabra de Dios que, muy a nuestro pesar, todavía sigue usándose para romper pueblos, justificar ataques, conseguir beneficios o, lamentableente también, para evitar a las personas a llegar a la Eucaristía. 

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