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jueves, 28 de enero de 2016

MARCOS 4, 21 ACEITE EN LA LAMPARA

Marcos 4, 21 - 25: En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: «¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga.» Les dijo también: «Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará con creces hasta lo que tiene.»


Este final de pasaje nos recuerda al relato de los talentos, de las minas. Es otro de aquellos avisos, o llamados, que hace el evangelista a su comunidad, a los cristianos de su tiempo para fomentar una vida de solidaridad, de servicio, de caridad: de gracia recibísteis, dad de gracia (también dirá en otros lugares), o sed misericordiosos como el Padre es misericordioso (del capítulo 6). Por tanto, sea en la oración, en la vida espiritual, en la comunión con los hermanos y hermanas o en la vida civil, un cristiano tiene que ofrecerse con otra medida, especial, que es la mida de Cristo. Y esta medida es para que el mundo la goce, la disfrute, la vea, la acoja, la desee... ¿Quién quiere que se esconda la luz?

Cada persona tiene un brillo especial, único, una luz que refleja a Cristo de muchas y diferentes maneras. Es de ley que todos estos reflejos de Cristo tengan espacio para iluminarnos, y mi petición para todos ellos es que no se escondan, no se arruguen, no claudiquen ante las crisis, los dolores, las decepciones... porque este mundo no va a soportar que tu luz, o que tu luz se apague, deje de iluminar. ¿Crees que no? Mira a tu alrededor, observa cuántas personas son beneficiarias de tu calor, de tu amor, de tu sonrisa, de tus palabras... la luz que generas es una prolongación de la gracia de Dios en Cristo, de su generosidad, de su calidad, de su delicadeza, sensibilidad, emoción... y esta luz es para todos.

No se si tendrás que buscar aceite, o limpiar la pantalla de tu lámpara, o quizás hacerle un empalme al cable que la conecta con la electricidad... pero hazlo, no dejes que nos perdamos tu luz, no permitas que dejemos de recibirte y no cedas en tu empeño por ser uno (o una) de estos locos de amor que hay en el mundo.


Termino, y no... no pienses que Dios viene a quitarte algo, o que va a dejarte sin nada. Esto no es así. Y si por algún motivo, por alguna circunstancia, terminas por gastar tu combustible, se agota la electricidad,o te quedas sin llama no te preocupes y pídele al Padre: pon aceite en mi lámpara. Y te pondrá.

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