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lunes, 11 de abril de 2016

JUAN 6, 22 QUÉ OBRA QUIERE DIOS

Juan 6, 22 - 29: Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago notó que allí no había habido más que una lancha y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos. Entretanto, unas lanchas de Tiberiades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan sobre el que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?» Jesús les contestó: «Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.» Ellos le preguntaron: «Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?» Respondió Jesús: «La obra que Dios quiere es ésta, que creáis en el que él ha enviado.»


Algo especial tiene esta experiencia de la vida que podemos compartirla con los demás. Mi oración de cada noche es de agradecimiento, porque es un regalo encontrarme con estas personas que me aman y hacerlo diariamente. Por tanto, si algo pido es sólo poder corresponderlas como se merecen. Tenerlos cerca me da fuerza, esperanza, calor, alegría. Así, cuando me dirijo a Dios sólo puedo pedirle que, por favor, me enseñe a amarlos mejor cada día. Claro, habrá quien podrá afirmar que vivimos en un mundo impersonal, difuso, pero no puedo darle la razón, porque la vida (quien busca en la vida) es el lugar de encuentro precioso que Dios ha dispuesto para todos nosotros.

La historia de la humanidad, pues, es la historia de los encuentros. Así, creemos que es la historia del encuentro, primero, entre Dios y el ser humano en Cristo; creemos que también es el lugar de encuentro entre la humanidad y el Espíritu Santo; creemos que es el espacio adecuado para encontrar el amor; creemos también que, como comunidad, la vida misma está en la confluencia los unos con los otros.

El evangelista hoy nos llama a la obra que Dios quiere que hagamos, que creamos. Porque creer en Cristo será también creer en Dios y creer en los hombres y las mujeres del mundo. Qué tenemos que hacer? Clarísimo, salir al encuentro, facilitar el encuentro, favorecer el encuentro… Todo en aras a que creyendo, pongamos en el mundo nuestra esperanza y nuestro empeño. Porque merece la pena vivir cada uno de los segundos que conforman nuestro capítulo vital.


Creer lleva a encontrarnos, la fe es el vehículo que nos permite explorar esta vida como una experiencia de amor, que a veces da y a veces quita pero que, en definitiva, es siempre un regalo.

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