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jueves, 19 de enero de 2017

MARCOS 3, 7. DARSE A CONOCER

Marcos 3, 7-12: En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: «Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.


La situación actual, en muchas iglesias y en nuestro territorio, es desalentadora si miramos al número de creyentes que acuden a celebrar. Lo es también en relación a los jóvenes que asisten o participan muy pocos. Igual pasa con las vocaciones, que decrecen y hay que importar. Por suerte, la situación remonta un poco cuando hablamos de acción social (varitas, comedores, recogida y reparto de ropa...). Pero podríamos decir también que siguen faltando voluntarios, mujeres y hombres comprometidos con las causas del mundo.

Es paradójico encontrarnos hoy con un evangelio que nos habla de un Jesús al que siguen de todos los lugares, lejanos o cercanos,  por todas las cosas que hacía. Y es extraño porque, seamos claros, esa situación con la que sorprender al mundo sigue siendo patrimonio nuestro, como también de la ciencia, la tecnología... Por tanto, hoy tenemos que aprender a no alejar la barca del gentío sino acercarla a la orilla para promover el encuentro. Pero no el encuentro del mundo con nosotros sino de nosotros con el mundo, pues hoy a quienes les toca implicarse en las cosas de la vida es a la comunidad creyente sabiendo que hay veces que vamos a la deriva.

Tenemos la obligación de llevar adelante la novedad de Cristo. Tenemos la oportunidad de hacerlo vivo por el testimonio, por la colaboración, por medio de la bondad y la ayuda, la generosidad y la gratuidad y, vaya!, creen que eso no sorprende?!!

Si hoy nos sorprende el frío, cuanto no lo haría la verdadera promoción del ser humano, de su libertad, del amor de Dios...

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