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martes, 29 de agosto de 2017

MARCOS 6, 19 ESCUCHANDO CON GUSTO

 MARCOS 6, 14 – 29: El rey Herodes se enteró de esto, pues el nombre de Jesús se había hecho famoso. Algunos decían  «Juan el Bautista ha resucitado, y por eso tiene poder para realizar milagros.» Otros decían: «Es Elías.» Otros, en fin, afirmaban: «Es un profeta, como los de antes.» Pero cuando Herodes oyó esto, exclamó: «¡Juan, al que yo mandé que le cortaran la cabeza, ha resucitado!» En efecto, Herodes mismo había mandado que arrestaran a Juan y que lo encadenaran en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de Felipe su hermano, y Juan le había estado diciendo a Herodes: «La ley te prohíbe tener a la esposa de tu hermano.» Por eso Herodías le guardaba rencor a Juan y deseaba matarlo. Pero no había logrado hacerlo, ya que Herodes temía a Juan y lo protegía, pues sabía que era un hombre justo y santo. Cuando Herodes oía a Juan, se quedaba muy desconcertado, pero lo escuchaba con gusto.


Qué bueno, pienso, sentirse desconcertado cuando a alguien le dan un consejo o le indican un camino y escucharlo con gusto. Es señal de que estamos abiertos tanto a lo bueno como a lo malo que nos puedan decir. Estamos, ciertamente, quizás demasiado acostumbrados a ver en la Palabra como un viento favorable, que ayuda, y es cierto, pero también debemos entrever que esa misma Palabra puede llegarnos con un viento contrario, como el que atiza el mar. Favorable o no, son vientos del Espíritu que nos llegan desde rincones insospechados, desde personas muy diversas y, claro está, desde la exhortación y desde una sonrisa. Algo así como lo que Pablo escribió a Timoteo en su carta pastoral.

Escuchar con gusto, lo bueno y lo malo, no puede acabar, pero, con la decapitación del mensajero. Aunque bien es cierto que hay veces que así ocurre. El reproche de un amigo, la bronca con los padres, el enfado con la persona amada… situaciones que requieren de nosotros otra respuesta. Y es cierto, por lo menos en mi caso, que soy de los que les sientan mal las correcciones pero, hay que ver, qué necesarias son.

Entre este Herodes caricaturesco parece que hay un angelito bueno, Juan, y un diablillo, Herodías, que le hablan para hacer bien o para hacer mal. Bien, es una figura recurrente de la conciencia del ser humano, o de la moral del ser humano. Es una situación perfecta para ejemplarizar el dilema de la elección entre el bien que me hace o el bien que no quiero y el mal que conlleva. Situaciones cotidianas, que nos pasan a todos.

El evangelio, que está lleno de profundidad, también nos sorprende con estas otras situaciones sencillas de la vida.

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