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martes, 7 de noviembre de 2017

LUCAS 14, 15. EL BANQUETE

 Lucas 14, 15 – 24: Habiendo oído esto, uno de los comensales le dijo: ¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios! Él le respondió: «Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: “Venid, que ya está todo preparado.” Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: “He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses.” Y otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses.” Otro dijo: “Me he casado, y por eso no puedo ir.” Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: “Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos.” Dijo el siervo: “Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio.” Dijo el señor al siervo: “Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa.” Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena.


Lucas es el teólogo de la historia de la salvación que divide la historia en tres momentos: 1) la historia de Israel o el tiempo de la preparación, 2) Jesús como el centro del tiempo, y 3) el tiempo de la misión o de la Iglesia, que se inicia con la ascensión y Pentecostés. Para el evangelista, el momento cualitativamente más importante será la vida de Jesús. Por ello marca el tempo de su evangelio entre el ministerio de Galilea, el viaje a Jerusalén y, finalmente, la estancia en la ciudad santa.

En el pasaje de hoy el autor nos muestra una imagen de connotaciones escatológicas para explicar cómo va a ser el Reino por venir. Y aunque donde más claramente se ve esta visión nueva de la escatología lucana es en su relectura de la apocalipsis sinóptica, es el Espíritu el que da continuidad y el que nos ofrece la dinámica a la comprensión de la historia de la salvación lucana. No obstante, parece que el pasaje de hoy vaya dirigido a una comunidad, la del autor, que está perdiendo la tensión en la espera escatológica y que necesita ser interpelada por medio de esta enseñanza.

Qué encontrará Cristo cuando instaure su Reino definitivamente? Lucas nos dirá que a personas ocupadas en lo suyo, unos en la tierra, otros en negocios… lo cual supone la llamada a la atención a la comunidad que, olvidando lo importante, pueda llegar a verse fuera del banquete, en el juicio final. Por ello, el autor vuelve a hacer reseña de aquel discurso programático del Cristo en la sinagoga citando al profeta Isaías. El Reino es de los pobres, de los enfermos, de los necesitados y no de una comunidad que, incluso, pueda sentirse tan sana que ya no necesite médico.

Hoy Lucas recuerda nuestra necesidad de abandonar autosuficiencias y de sentirnos siempre interpelados por la esperanza en Cristo como una espera que no desespera, como una espera que ya tiene su repercusión en nuestro tiempo. Como una espera que, en definitiva, ya está aconteciendo.

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