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lunes, 13 de noviembre de 2017

LUCAS 17. POBRES SIERVOS

 Lucas 17, 5 – 10: En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.» El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."»


Realmente necesitamos fe, quizás más que nunca y no precisamente en materia religiosa o espiritual pues a tenor de los acontecimientos que riegan nuestra Tierra cada vez puede costar más creer y confiar, por ejemplo, en el sistema político democrático que quiere dirigirnos sea como país, sea vía Europa, o sea lo que sea. Sin ir más lejos ayer vivíamos en España un nuevo capítulo, casposo, de la historia reciente de nuestro dañado sistema democrático. Sean las siglas que sean, la inclinación que quieran, si ya costaba esto de creerse a los políticos, que vierten su vida entre los márgenes de la corrupción, ahora todavía cuesta un poco más después de la representación en el PSOE de que lo único que les importa es el poder.

Quizás es que yo sea ingenuo, quizás sea demasiado joven, pero cada vez es más evidente que el actual sistema democrático español no funciona. Ir a elecciones no tiene sentido cuando la dirección de un país queda al arbitrio de las cacicadas de unos y de otros. Y por supuesto, ya no vale escudarse en el derecho a voto, o en que no hace tanto en España había una dictadura… hoy volvemos a vivir un proceso dictatorial que, además, va encontra (de un modo evidente) del bienestar de las personas, del empleo, del bien común… para favorecer intereses, fortunas, tramas bancarias y demás.

¿Dónde queda la capacidad del individuo?¿Dónde reside la búsqueda del bien social? Porque aunque a pequeña escala y desde la base siempre se trabaje en pro de los derechos, dignidades y bien de la persona, cuando todo este trabajo encomiable colisiona con el poder, con la curia, con la bóveda del gobierno ocurren episodios de desencanto, de fustración, de violaciones sistemáticas… y quedamos sujetos al robo, al imperio de los gravámenes y al capricho de una casta (tan de moda) que impide al ser humano desarrollarse en plenitud. ¿Y eso es cristiano? Desde luego que no! Aunque algunos pueden que digan que sí.

Vivimos en la ley del embudo, aquí el que más o el que menos tiene que pasar por el aro. La sociedad queda sistemáticamente desprotegida y engañada, fastidiada y anulada. Ya ven, amados, que si se manifiestan los persiguen, que si tratan de llevar adelante leyes para el desarrollo social las rechazan, que si se lleva a los defraudadores a juicio se pone en marcha la maquinaria judicial que nunca llega a nada… Hoy se perdona a los estafadores, a los malversadores y se sigue condenando al ciudadano. Con una multa las grandes fortunas siguen su curso mientras que por una deuda menor, por una multa, o por el impago justificado de un recibo a los mortales nos cortan la vida, nos embargan las cuentas, nos colocan en listas de morosos e, incluso, nos llevan a la cárcel.

¿Qué necesitamos? Fe, sin duda. Mucha fe para afrontar este tiempo.

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