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miércoles, 28 de marzo de 2018

MATEO 26, 14. A LA MESA!

 MATEO 26, 14 – 20Uno de los doce, el que se llamaba Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes. — ¿Cuánto me dan, y yo les entrego a Jesús? —les propuso. Decidieron pagarle treinta monedas de plata. Y desde entonces Judas buscaba una oportunidad para entregarlo. El primer día de la fiesta de los Panes sin levadura, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: —¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para que comas la Pascua? Él les respondió que fueran a la ciudad, a la casa de cierto hombre, y le dijeran: «El Maestro dice: “Mi tiempo está cerca. Voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos.”» Los discípulos hicieron entonces como Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua. Al anochecer, Jesús estaba sentado a la mesa con los doce.


El evangelio tiene esa curiosa capacidad de interpelarnos con nuestra realidad, en este caso el evangelista nos propone una pregunta: ¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para que comas la Pascua?, y esta pregunta que hoy se nos hace no será para esta pascua que ya estamos viviendo sino que nos dejará  un tiempo de margen para que cada cual vaya interiorizando la pregunta y dejando que sea su corazón el que dicte el lugar al que llevar la pascua. Quizás uno tenga que llevar la pascua a su familia, a su casa, pues el entorno cercano es el que necesita beneficiarse de tener al Señor sentado en su mesa. Puede ser que otro lleve su pascua a las calles, y siente a Jesús con los necesitados o con los pobres, o puede que en esa mesa pascual se sienten personas de diferentes creencias, maneras, culturas, razas o sexos. Pero más cerca o más lejos, esta pregunta quiere hacernos conscientes de que nuestra misión sigue siendo la de buscarle al Señor un lugar idóneo para celebrar su pascua.

Cada año la pascua se abre y se celebra entre nosotros, aunque de hecho para muchos cada día es motivo de pascua. El hecho de hacer presente a Cristo en nuestro día a día es el motivo más sólido de nuestra fe, que se vive compartiendo la mesa. Pero mañana, especialmente, la cena se acoge en el recuerdo de estos días previos a la pasión que empieza poco después. Nosotros acompañamos durante estos cuatro días el itinerario de Cristo, recordando además que durante aquel tiempo Jesús recorrió en soledad lo que hoy recordamos en compañía. Por ello es importante el permanecer unidos para que nadie, jamás, se vuelva a encontrar solo ante un momento definitivo. Nos queda el ejemplo de lo que pasó para que en nuestra mano quede no dejar a nadie abandonado, por más peligroso que sea.

Por último que sea también hoy un día de ilusión para preparar la mesa, porque alrededor suyo vamos a celebrar la vida. No quiero decir que pongamos lo más caro, o lo más bonito, sino que queramos entregarnos a lo mejor de cada uno por la alegría de compartirla con los demás. Me siento a comer contigo porque te amo, porque te quiero y qué bien que podamos celebrar esta pascua y volvernos a ver, y mañana, y pasado, y al otro… porque esta es mi gran comunidad en la que encontrarnos con Cristo nos da felicidad.

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