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miércoles, 19 de agosto de 2015

MATEO 20, 9 LABRADORES DE DENARIO

MATEO 20, 9 - 14: Se presentaron los obreros que habían sido contratados cerca de las cinco de la tarde, y cada uno recibió la paga de un día. Por eso cuando llegaron los que fueron contratados primero, esperaban que recibirían más. Pero cada uno de ellos recibió también la paga de un día. Al recibirla, comenzaron a murmurar contra el propietario.  “Estos que fueron los últimos en ser contratados trabajaron una sola hora —dijeron—, y usted los ha tratado como a nosotros que hemos soportado el peso del trabajo y el calor del día.” Pero él le contestó a uno de ellos: “Amigo, no estoy cometiendo ninguna injusticia contigo. ¿Acaso no aceptaste trabajar por esa paga? Tómala y vete. Quiero darle al último obrero contratado lo mismo que te di a ti.



El verano pasado tuvimos, en la residencia, a un señor de unos cincuenta y pico que venía a pasar quince días de julio. Este hombre es uno de los primeros miembros de las personas que han ido conformando esta residencia en la que vivo, y formó parte de aquellos hombres y mujeres que conocieron al padre fundador. Yo siempre he pensado que quienes han tenido el privilegio de formar parte del inicio de cualquier cosa tienen ese tesoro insondable para transmitir valores, verdades, conocimiento… Pero no todos son así. Esta persona, recordándome a estos trabajadores, al pasar un día en la residencia se quejó de que su habitación recibía el ruido de la calle, y que lo tenían que cambiar, porque él era un miembro muy antiguo y la edad tenía que respetarse. En aquella época, y seguimos igual, tres residentes jóvenes residimos en el patio interior, y aunque le cedí la habitación unos días, el amigo prefirió crear mal ambiente, como Loreal… porque él lo vale.

Hay muchos labradores, algunos piensan que por derecho sólo con entrar, sólo por aparecer, su paga debe ser mayor. Yo he formado parte de, yo fui de los que hizo que… Señores, no vamos a extender una alfombra de flores naturales cada vez que alguien llega a casa, a todos un abrazo, una sonrisa, un plato de comida, una cama y ayuda, creo que es un buen salario. Que te reciban, que se alegren, que seas bienvenido en definitiva… ¿qué más se puede pedir?, ¿una doble pensión?¿el canto de sirenas?¿un presentador que nos anuncia mientras llegamos? ¿Qué necesidad de pedir de más cuando ya se tiene todo?

Fíjense, nos enseñan a ser labradores en lugar de compañeros. Tú pide, cueste lo que cueste, perjudiques a quien perjudiques, es igual, es tuyo, te pertenece… ¿cuántas hemos escuchado, verdad? Cuánto poder reclama el individuo! Qué necesidad de reconocimiento, de destacar, de pisar! Escuchen, hay pagas que están muy bien pagadas, como la vida, la familia, el amor, la felicidad… y hay que valorarlas. VALOREN LA VIDA, qué gran pago!

Es que yo…

Estos labradores acordaron un precio por trabajar, y lo encontraron justo. El problema nace cuando me voy fijando en los demás y distraigo mi atención, y crece mi ego, y mi envidia, y ya sólo consigo quejarme, estoy disconforme con la vida. Qué mal, ¿no? Qué ocurre en su corazón? Qué fácil parece que uno puede abandonar su felicidad para abrazar la discordia y permanecer más tiempo enojado que feliz.


Si ustedes pueden, no sean como estos labradores, tampoco como este señor que nos visitó a nosotros. Abran sus ojos a la solidaridad, alégrense por otro hermano que encuentra trabajo, lleven felicidad, armonía, amor, sean compañeros. Sean ejemplo.

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