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sábado, 29 de agosto de 2015

MATEO 25, 14 TALENTOS

MATEO 25, 14 - 19: El reino de los cielos será también como un hombre que, al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco mil monedas de oro, a otro dos mil y a otro sólo mil, a cada uno según su capacidad. Luego se fue de viaje. El que había recibido las cinco mil fue en seguida y negoció con ellas y ganó otras cinco mil. Así mismo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil. Pero el que había recibido mil fue, cavó un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo volvió el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos.



Muchas veces vemos las parábolas por su lado positivo, o por el negativo, aunque rara vez entramos en aquel sector al que no va dirigida la enseñanza. Por ejemplo, ¿Qué ocurre con todas las personas a las que no se da ningún talento? Porque las hay, hay gente que por su carácter, por sus problemas, porque nos incomodan, o porque han nacido en países obligados al hambre no tienen la opción ni de gastar el talento, ni de invertirlo para recibir a cambio. Hoy puedo verlo entre las riadas de personas que huyen de los escenarios de guerra casi sólo con la vida a cuestas. Vemos que se levantan campos de refugiados, mientras ellos sueñan con un futuro mejor, pero nuestra sociedad no es capaz de acogerlos y repartirles a cada uno algún talento.

Algunas veces tengo la oportunidad de trabajar con jóvenes problemáticos, a quienes por su condición tampoco les toca talentos, ni de la familia, ni del entorno, ni de la educación… Pero la clave para estos muchachos está en tanto seamos capaces de ofrecerles ese denario del que habla Cristo, que es el talento de la vida. Toma, este talento es tu opción por regresar en la vida, ahora si te apetece, si lo deseas, podemos invertirlo juntos. Qué linda es la oportunidad, es necesaria la confianza, es de ley entregarnos a cualquier persona que se halle en alguna situación de estas en las que no hay acceso al talento, porque con cada talento logramos volver a impulsar al ser humano, un poco, hacia la voluntad de Dios, que tanto quiere nuestra felicidad.

Estos chicos están esperando esa oportunidad debajo de su vestido de violencia, de pasotismo, de rebeldía… y hay que llegar a ellos, hay que volverse a ellos, hay que darles confianza y devolverles la ilusión. Que nadie se quede sin la posibilidad de tener un talento, aunque lo malgaste, aunque lo pierda, aunque gane cien veces más, porque tener el talento supone haber recibido amor. Si lo malgastaron enseñémosles a usarlo, a invertirlo, volvamos a darles ese talento, esa oportunidad, esa confianza porque cualquier, cualquier, cualquier persona la perece.

Tener un talento es sentirse amado, es ser amado, porque te lo da el Señor, y el Señor sólo da cosas buenas, no piedras, ni serpientes como también nos dice el evangelista. Todo ser humano está destinado al talento y la tarea principal de los padres, educadores, compañeros, guías, sacerdotes… es que esa persona sea capaz de acceder a él, porque tras el talento siempre viene un fruto y darlo, al final, es estar realizados.


Que seamos capaces de volver la mirada, de buscar con la vista, de intuir, o descubrir a quienes les falta el talento. Y no tengamos miedo en acercarnos, en proponer, en confiar o en dedicarle el tiempo porque siempre hay un fruto de amor. Quizás tarde más, o quizás tarde menos pero que nadie se quede sin ese don, sin ser posible.

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