Translate

jueves, 18 de agosto de 2016

MATEO 22, 1 A LA MESA

MATEO 22, 1 – 10: Jesús volvió a hablarles en parábolas, y les dijo: «El reino de los cielos es como un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus siervos que llamaran a los invitados, pero éstos se negaron a asistir al banquete. Luego mandó a otros siervos y les ordenó: “Digan a los invitados que ya he preparado mi comida: Ya han matado mis bueyes y mis reses cebadas, y todo está listo. Vengan al banquete de bodas.” Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a su negocio. Los demás agarraron a los siervos, los maltrataron y los mataron. El rey se enfureció. Mandó su ejército a destruir a los asesinos y a incendiar su ciudad. Luego dijo a sus siervos: “El banquete de bodas está preparado, pero los que invité no merecían venir. Vayan al cruce de los caminos e inviten al banquete a todos los que encuentren.” Así que los siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los que pudieron encontrar, buenos y malos, y se llenó de invitados el salón de bodas.


La verdad es que esta parábola podríamos aplicarla perfectamente, y cada cual, a su Iglesia. No a todos, por supuesto, pero sí ante la falta de personas, de creyentes, que deseen compartir con sus hermanos y hermanas un lugar en la asamblea. Podríamos aventurarnos a decir, también, que aunque la Iglesia fuera ese Rey, por más que sus siervos salieran a buscar a la calle a personas para llenar el salón tampoco encontrarían a muchos ni en los cruces, ni en los pueblos. Quizás deberíamos llevar nuestra reflexión al banquete, o quizás tendríamos que agarrar el hilo de las excusas de los que no fueron. Quizás nuestra atención verse sobre aquellos que podemos encontrar en la vida que vendrán al banquete y llenarán el salón.

Es de dominio público que la Iglesia, en muchos lugares, ya no mata bueyes o reses cebadas, ni prepara con esmero, con delicadeza, la mesa del banquete. En lugar de vino hay dogmas, en lugar de comida hay liturgia, y en vez de sillas hay rechazo e intransigencia. Sí, existen mesas preciosas en las que hoy podemos comer, pero no son en la mayoría el banquete que nos encontramos. Lo más normal en nuestro tiempo se llama secularización, y esto es algo así como aquellos que no hicieron caso; el agnosticismo, o el ateísmo en cambio, serían aquellos que agarran a los siervos y los maltratan o matan. Al extremo me entienden, la verdad es que cuando uno deja de preparar su mesa hay muchas consecuencias, entre las cuales la gente que deja de acudir. ¿Y cómo la comida, el banquete, o en definitiva la eucaristía ya no existe para muchos?

Quizás antes pudiéramos encontrar en los cruces a aquellos que llenarían el salón, pero ahora pienso que sólo en los cruces, como en las calles, como en los pueblos, hallamos continuamente a todos éstos que viven decepcionados con el banquete, sin entusiasmo. Y no podemos culparlos, ni podemos quejarnos, ni podemos enfadarnos, ni podemos juzgarlos… ¿cómo no comprenderlos?

Quisiera ser hoy muy breve, tomarme un tiempo de silencio para mirar la mesa, contemplarla vacía, sin comida, sin gente. ¿Esto es la eucaristía?¿Así es el memorial de Cristo? La mesa es el símbolo tradicional de unión de las familias, así recordamos la navidad por ejemplo, y cuando vemos que en la mesa falta alguien, hay un vacío (una tristeza), pero hay un deseo de que para la próxima aquel que faltó pueda estar con nosotros.


Este es mi deseo, que sean capaces de ver los espacios libres en la mesa para echar de menos a los que no están. Desearía que estuvieras conmigo, celebrando la vida, hablando, mirándonos, comiendo, te encuentro a faltar, te extraño, quiero que vuelvas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario