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miércoles, 10 de mayo de 2017

JUAN 12, 44. NO JUZGAR

 Juan 12, 44 - 50: En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre.»


Me viene a la mente, quizás por su proximidad, este pasado retiro al que asistí durante la semana santa de este mismo año. Durante la primera hora se nos dieron claves desde el evangelio para comprender el mensaje de Jesús en la actualidad, desde el amor y a partir de los trazos que el evangelista Juan da en su texto. La idea era dejar luego una hora de reflexión para compartir, finalmente, lo que nos había dejado en el corazón este ejercicio de profundización. Ocurrió, pero, que cuando nos volvimos a juntar par entablar el diálogo la primera intervención se hizo ya desde el juicio y ello llevó a que todo lo que se compartió desd entonces al final de la sesión adquiría un tono moral.

Este pasaje de hoy nos indica que el mensaje de Jesús no hace una opción por el juicio moral, sino que como dice el evangelista, Él no juzga. Jesús comunica un mensaje que, a su vez, también comunican sus discípulos y, por lo que podemos leer en Juan, no lleva una connotación moral de buenos / malos en el sentido de que cada cual puede y debe optar con libertad a lo que ve, escucha, siente, sigue o profesa. El juicio, y ya veremos, en todo caso corresponde a Dios y ciertamente, hay que decirlo, no sabemos cómo será (vamos, ni por asomo).

Entonces, ¿qué hacemos acudiendo a los juicios fáciles?¿a determinar qué es bueno?¿quién es bueno? Acaso no nos alejamos de este amor predicado cuando tratamos de diseccionar la realidad desde el carácter moral de cada uno?

En cierto modo, hemos atribuido al mensaje de Jesús caracteres que se suponen pero que, en sí, no figuran. Leer el evangelio no debe llevarnos a la interpretación moral del mensaje sino a la vivencia del Amor de un Dios de misericordia y de su Hijo que se dona, entregándonos su Espíritu. Fuera de ahí, todo adquiere un sentido muy humano, quizás muy comrpensible, pero creo que muy alejado.

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