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jueves, 11 de mayo de 2017

JUAN 13, 16. ACOGEDORES

 Juan 13, 16 – 20:  En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía. Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís. No me refiero a todos vosotros; yo conozco a los que he elegido; pero tiene que cumplirse la Escritura: El que come mi pan ha alzado contra mí su talón. Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy. En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado.»


El evangelista nos coloca hoy en una posición de privilegio cuando habla de esta condición de igualdad que existe en Cristo para los cristianos. Que somos hijos en el Hijo. Que de todos somos servidores. Que entre nosotros somos hermanas y hermanos. Una posición existencial que podríamos y deberíamos extrapolar al mundo que conocemos para alejarlo, con ese testimonio, de la escuela de tiburones en que se ha convertido, donde prima el poder, el éxito, el dinero y en el que crecen las desigualdades, las guerras…

La esencia de la fe en Cristo está en la adhesión a su persona y a su misión. Por ella no sólo accedemos a esta filiación sino que además nos insertamos en la lógica del Reino, por la que debemos tratar de construirlo, ayudándole a avanzar en la época que nos toca participar. A causa del don de la vida, nuestra implicación en el proyecto de Dios debería ser tan intensa que la radicalidad de nuestra opción tendría que verse actuando en el mundo, en todos sus campos.

La maxima de hoy pasa, nuevamente, por la acogida. Entonces, pasará por una primera acogida que nos sitúe en clave cristiana para poder transformar esta realidad que nos interpele en un activo para construir Reino. Seguirá, por consiguiente, con una especial capacidad para el amor que transforme las vías actuales de relación, trabajo… Y todo ello no para que transformando la realidad todos deban convertirse a Cristo sino para que consiguiendo dar un giro al planteamiento vital de la actualidad, todos puedan acceder con libertad a otra opción mejor que la que tenemos.

Y si alguno alzare sobre nosotros su talón, no desistamos, no nos sintamos atacados, seamos como este Maestro acogedor nuestro, que ante la injusticia derrama amor y ante su destino fatal, cariño.

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