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domingo, 23 de noviembre de 2014

JUAN 11 - JESUS LLORA

Juan 11:28-35 (RVR1960): 28 Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama.29 Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él.
30 Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado.31 Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí.32 María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.33 Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió,34 y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve.35 Jesús lloró.


El pasaje de la muerte y resurrección de Lázaro es uno de los puntos más hermosos en los que el evangelista nos ofrece esa doble visión luz/tinieblas dentro de un marco práctico claro y delimitado: el suceso de Lázaro.

Que Jesús llore, que se aflija, o que se emocione al ver la escena ante el sepulcro del amigo,  es motivo más que suficiente como para deducir que si Jesús llora, lo hace por el hombre (y la mujer). Lázaro, es un arquetipo de la humanidad que muere. Jesús, que había venido a dar su vida por la humanidad, se encuentra ahora con que esos hombres y mujeres que debían ser receptores de la vida, estaban muertos. Pero junto a la muerte, sobreviene el lamento de las hermanas, que bien pueden representarnos a nosotros, o no, porque también nosotros estamos muchas veces muertos.

Hay una figura que me sitúa en estas hermanas como la última resistencia ante este mundo cada día más triste, más violento, más loco. Personas que todavía hoy tienen esa necesidad de salir a la calle a protestar no sólo contra la injusticia social, sino también contra la corrupción de la política y la economía. Y salen llorando, lo hacen por cada lágrima que cae ante la realidad de México donde que se derrame sangre forma parte de su normalidad, o por los secuestros y violaciones de tantas niñas en África... Lloran por impotencia, porque no pueden hacer nada para impedir estas situaciones, porques su aportación no puede trascendir a lo decisorio, porque en este mundo, el control ...

Las que lloran con desconsuelo por la justicia, por la paz... Con la misma sensibilidad con la que luego también llora Jesús. ¿Alguien realmente piensa que Dios no llora ante la muerte, la injusticia, el hambre...? Pues bien, Dios llora cada día por cada persona torturada, engañada, echada a la calle, necesitada, hambrienta... Y esas lágrimas nos deshumanizan, nos recuerdan la célebre frase de Hobbes que creía al hombre el lobo del hombre: incendios provocados, la deforestación, la extinción animal, la contaminación...

Y recuerdo la exclamación de una de ellas: Señor, si hubieras estado aquí esto no habría pasado, y mi hermano seguiría vivo. Pero el Señor siempre ha estado, y siempre estará. El amor de Jesús por nosotros nunca se extingue, jamás dejará de ser, porque a pesar de todo Él sigue amándonos, lo hace sin reparo, sin esperas, lo hace como somos, y a pesar de lo que podemos hacer. Siempre va a haber un abrazo.

Y puedo ver ese abrazo cada vez que veo a esta comunidad entregada por amor: cuando veo la participación ciudadana, o a los millones de voluntarios que dan su tiempo y su esfuerzo por los demás,  o a las asociaciones sin ánimo de lucro que trabajan por la paz, o a la cooperación que permite llevar alimento a quien no tiene, o sanidad al que está enfermo... Lo veo cuando te miro a ti, y cuando me abrazas, cuando me llamas, cuando me dices: Te quiero...

Siempre hay dos visiones,¿verdad? Pienso que Jesús miró hacia un lado y lloró por esta sociedad que ha dejado de palpitar. Pero también pienso que, entonces, se volvió, y lloró, y que en ese momento alguno de ellos se acercó al maestro, y lo abrazó. Y lloró con él.

Cuando veo esta imagen recuerdo perfectamente aquella escena de la película: Cadena de Favores, cuando al final del film todos aquellos vecinos, familiares, amigos, conocidos... dejan una vela encendida delante de la casa de Trevor. Esa es la actitud de la resurrección de Lázaro, tu aportación de amor no es en vano en este mundo. Y es capaz de iluminar la noche más oscura, cuando lloro desconsolado porque he perdido al hombre.

Ahora, mirando la agenda del teléfono, y repasando los que están y los que no están, o los que estuvieron, siento algo extraño en mi corazón, porque os recuerdo amando.

Que el mundo siga, pero que lo ilumine vuestra vida.

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