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jueves, 27 de noviembre de 2014

MATEO 12 - LA CARA B


Mateo 12.1-8 Los discípulos recogen espigas en el día de reposo: 1Por aquel tiempo pasaba Jesús por los sembrados en sábado. Sus discípulos tenían hambre, así que comenzaron a arrancar algunas espigas de trigo y comérselas. 2Al ver esto, los fariseos le dijeron: ¡Mira! Tus discípulos están haciendo lo que está prohibido en sábado. 3Él les contestó: ` ¿No han leído lo que hizo David en aquella ocasión en que él y sus compañeros tuvieron hambre?´ 4Entró en la casa de Dios, y él y sus compañeros comieron los panes consagrados a Dios, lo que no se les permitía a ellos sino sólo a los sacerdotes. 5¿O no han leído en la ley que los sacerdotes en el templo profanan el sábado sin incurrir en culpa? 6Pues yo les digo que aquí está uno más grande que el templo. 7Si ustedes supieran lo que significa: "LO QUE PIDO DE USTEDES ESMISERICORDIA Y NO SACRIFICIOS ", no condenarían a los que no son culpables.8Sepan que el Hijo del Hombre es Señor del sábado.

Veamos ahora la cara B de este pasaje, o podríamos decir, una reinterpretación del pasaje a la luz de otro agente: el rey David.

El Doctor Francesc Torralba dijo muy bien que: toda imagen genera una expectación. Y Jesús, para discutir con estos maestros de la Ley, adopta la figura de David, se hace David al referirse al sábado. Jesús, ahora, tiene la misma autoridad que tuvo el rey, incluso más dirá. Y es curioso, porque desde esta afirmación, el evangelio nos conduce hasta el punto culminante de la entrada triunfal a Jerusalén, donde el nuevo rey es aclamado por la gente, quienes lo reciben.

No es ninguna novedad que el ser humano se mueva por referentes. Todos tenemos alguno, a Jesús, a nuestro padre, a un futbolista, un cantante… dependiendo de la edad, de la madurez, o del sentimiento, esta imagen puede darnos seguridad, confianza, una opción, o un modo de hacer. Crecemos muchas veces a imagen de aquel referente, y lo hacemos porque en nosotros a generado una expectación. Pero, ¿Qué sucede cuando esa expectación no cumple con nuestra pretensión?

Situémonos en estas veces cuando algo o alguien que era imagen de referencia para nosotros nos ha decepcionado. Y puede ser por muchas causas, desde las más problemáticas (bebida, droga, estafa, mentira…) hasta las más funcionales: un buen profesor, por ejemplo, que luego en su vida privada es un mal padre… Sabemos muchas, pero busquemoslas, es importante para entender este pasaje. Tengamos presente a esa persona ideal que por uno u otro motivo abandonó el pedestal.

Jesús, que ofrece una nueva forma de comportarse mayor que la Ley, que vence en sus discursos a los fariseos y a los escribas, que sana enfermedades… sea convertido en la imagen expectante de un pueblo que esperaba la venida del Mesías. “Será éste el que había de venir?” se preguntarán, y ahora es recibido con honores en Jerusalén, la sacro ciudad judía. Y en ella, Jesús aún mostrará su autoridad. Pero cuando más convencido estaba el pueblo de este Cristo mesiánico, Jesús, en Marcos 13, 1, predice la destrucción del Templo.

El Templo! Que era lo más sagrado, lo más importante, lo que les daba identidad. Cómo Jesús va a destruirnos el Templo? Cómo este rey, que se hizo como David, quiere ahora destruir nuestro lugar de encuentro con Dios? Quién puede entenderlo?
Este Jesús, que quiere romper con aquello que es tan importante en mi vida no lo quiero. Este Cristo capaz de destruir lo más sagrado que hay en mí no puedo aceptarlo. Y a pesar de que pueda reconstruirlo mejor, y en tres días, no consentiré que destroce este Templo.

En esta cara B, el evangelista muestra un itinerario de imágenes. Por un lado nos presenta una imagen real, bonita, poderosa, que nos gusta: Jesús – David; pero por otro lado nos enseña otra imagen que va en contra de nosotros, de lo que Dios nos dio hace tiempo, que es la imagen de Dios – Templo, ahora Jesús - Templo.

Una imagen merece la gloria, la otra, conduce al calvario. En clave judía era muy difícil aceptar esa imagen de Jesús – Templo, pero resulta curioso que en todo este proceso de la cruz, Pilato nos coloque esta ironía, y en un cartel, Roma irónicamente aceptó a Jesús, como la imagen de Rey: Jesús – David, clavada por la otra imagen, Jesús - Templo.

Podemos, nosotros llegar a ver cómo estos judíos, cegados, decepcionados, llegaron a crucificar al que era imagen de su Rey David? Y cuando en nosotros esa imagen también genera decepción?

Nuestra vida entra por los ojos, lo que me agrada, lo que no me agrada, lo que me apetece o lo que me daña;  y yo puedo o no aceptar esa imagen. Y cada persona lo hace según lo que ha vivido, o quiere vivir, o no. Pero quiero decirte algo, amigo, amiga, si en tu vida hay un Templo, deja a Jesús que lo destruya.



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