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martes, 30 de diciembre de 2014

2014 - DE BALANCE

Entre un año que acaba y un año que empieza se manifiesta un rápido recorrido entre una muerte y un nacimiento. Vida y muerte juegan en cada cambio de año un papel especial que nos invita según estemos en una u otra tesitura, realidad. El año que muere me lleva a la introspección, al balance, a meditar sobre los muchos momentos que viví o pude vivir, sobre lo bien o lo mal que lo hice, sobre mi comportamiento respecto del otro (familia, pareja, amigos…). Veo cómo en mi corazón algunas de estas fechas del año que acaba se resienten y me conducen a llorar mientras que otras, aun muriendo, se erigen como una enseñanza necesaria que puedo sumar a mi vida, a mi ser o que puedo implantar como un plus cualitativo, deseable.

La muerte del año tiene, siempre, una connotación negativa respecto de lo que no puedo cambiar y otra, positiva, respecto lo que me ha ayudado a crecer, sobreponerme, aprender… Puede ser que el ejercicio sobre esta pequeña muerte del tiempo sea aprender a sobrellevar y redirigir las que cada año suelen situarse en esa connotación negativa. Alguien dijo una vez que aprendemos con cada pequeña muerte de la vida y aprendemos también de cada pequeña muerte que se sucede en el tiempo, un factor que siempre va hacia adelante. Cada hora incluye numerosas pequeñas muertes de algún o algunos minutos, cada minuto incluye también algún o algunos segundos. El tiempo pasa, se cuenta, se acaba y nos recuerda siempre esta doble interpretación de un cambio de año.

Diría: vístanse de negro riguroso para la muerte, pero lleven debajo mil colores para la vida. Durante unos momentos, mientras algunos se ahogan comiendo uvas, el vestido funesto y de luto se destripa para dejar espacio al color, a la ilusión, la esperanza, los sueños… Todo vuelve a ser esencialmente un inicio.

El año de vida viene cargado de propósitos: respecto a lo físico tengo ya el gimnasio, la piscina, las bambas del decathlon o la bici estática. Respecto a lo económico cosí y reforcé mi cartera para que no se escape nada, para tenerlo todo un poco más controlado, mesurado y para acotar la posible fuga de caprichos anuales. Respecto a lo personal: ser más amigo, mejor amante, esposo, padre, madre, hija o hijo, abuela… y respecto a lo profesional ser siempre mejor compañero, persona, honesto…

Salvando los aspectos más triviales y aquellos que decimos fruto de la emoción del momento. Este año de vida nos entrega una oportunidad para poder resetarlo todo y me resulta del todo especial contemplar este nuevo año desde una perspectiva cargada de ilusión, pensando que el ser humano realmente cada trescientos sesenta y cinco días puede sentirse como ese capullo de oruga que puede: o dar lugar a otro vil gusano o convertirse en la más hermosa y extraordinaria mariposa.

A veces esta mariposa estalla entendiendo su posibilidad de hacerlo. Es decir, en el fondo, hayas hecho lo que hayas hecho tu alrededor está deseando ver la mariposa que llevas dentro y, efectivamente, cambiar lo mal que hicimos siempre suele tener la complicidad sencilla de nuestro entorno amado y no amado. El primero porque siempre quiere saborear tu ternura, tu amor, tu compromiso, tu cariño y el segundo porque quiere dejar de ver gusanos arrastrándose para aprender a gozar de una nueva forma de vida, tan novedosa que conforma nuevos escenarios vivientes, desconocidos, pero deseables.

Otras veces esta mariposa no llega hasta al cabo de un tiempo, durante el trascurso del año. Realmente no hay prisa para nadie, el tiempo es cierto que muere pero, a veces, una misma muerte conduce a la vida, y dentro del bálano se intuía una mariposa. Dejen a las personas poder cumplir este proceso tardío, no frustren la llegada de ningún nuevo alado y aprendan a desear que cualquiera pueda llegar a conseguir ese estado. Es especial acompañarnos en la esperanza de muchos por el bienestar de otros. Sientan esa empatía hacia cualquier persona porque quizás, algunos, a lo largo de este inicio de año algunos puedan sorprenderlos.

Y hay otras veces que la mariposa no llega. Tengan paciencia, en este mundo loco que vivimos los sentidos de la naturaleza han sido alterados, y los inviernos casi no existen, las primaveras tienden a desaparecer, y las lluvias y los soles se alternan de forma desigual a lo largo y ancho de esta preciosa Tierra. Hay lugares en los que un gusano no puede acabar de llegar a ser mariposa porque naturalmente no hay condicionantes que se den para ello. Ayuden, comprométanse en cada uno de estos micro espacios en los que la naturaleza está más imposibilitada y en la que cuesta más llegar a ser precioso o preciosa.

Hay un trabajo sincero al que deberíamos atender todos este 2015 y es a comprometernos con los espacios difíciles, con las personas complicadas, con aquellas que pueden lograr otra realidad, con las que salir de ese espacio va a costarles mucho o con aquellos que tan siquiera podrán hacerlo. Ya no hay un año de buenos y malos, de justos e injustos, de ricos o pobres, sino que viene un año de apoyo y consuelo.



Que Dios os bendiga a todos, amadas y amados.

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