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martes, 23 de junio de 2015

LUCAS 1, 57 ¿QUE LLEGARA A SER ESTE NIÑO?

LUCAS 1, 57 – 66: Cuando se le cumplió el tiempo, Elisabet dio a luz un hijo. Sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había mostrado gran misericordia, y compartieron su alegría. A los ocho días llevaron a circuncidar al niño. Como querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, su madre se opuso. —¡No! —dijo ella—. Tiene que llamarse Juan. —Pero si nadie en tu familia tiene ese nombre —le dijeron. Entonces le hicieron señas a su padre, para saber qué nombre quería ponerle al niño. Él pidió una tablilla, en la que escribió: «Su nombre es Juan.» Y todos quedaron asombrados. Al instante se le desató la lengua, recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Todos los vecinos se llenaron de temor, y por toda la región montañosa de Judea se comentaba lo sucedido. Quienes lo oían se preguntaban: «¿Qué llegará a ser este niño?» Porque la mano del Señor lo protegía.


Esta podría llegar a ser una buena pregunta para todos los seres humanos que venimos al mundo, y los que vendrán: ¿Qué llegará a ser este niño, o esta niña?, porque la mano de Dios los protege. Y es que nadie viene al mundo bajo otra mirada que la de Dios, bajo otra protección que la de Dios y con el amor eterno de este Padre que se proyecta en los papás y en la familia, la alegría por un nacimiento. Es una experiencia maravillosa, inquietante, sorpresiva, incluso a veces puede llegar a desbordar, es algo más que perpetuar la especie, o alargar la saga familiar, es el fruto del amor entre dos personas que nos acerca al misterio de Dios. El secreto de la vida, venimos del momento en que el esperma penetra en el óvulo, u ocurre algo diferente, lo científico y lo biológico avala lo primero, pero nadie sabe si a la biología la ayuda alguna partícula de Dios que todos llevamos dentro.

¿Qué llegará a ser?, es la expectativa, pero el naciente lo único que tiene que llegar a ser es a ser feliz, a vivir el amor y a realizarse en esta etapa única e irrepetible llamada vida terrestre. Puede que en el camino pues tenga que ser bailarina, electricista, programadora, guardia urbano, presidenta, o secretario, pero que lo consiga siendo feliz, porque todo lo que alguien consigue con extrema ilusión luego lo revierte sobre quienes le acompañan, y qué grandes explosiones tendríamos en nuestro planeta si lo más importante para unos padres fuera garantizar la felicidad de la niña, del niño.

La mano de Dios está encima de nosotros para que seamos ricos en felicidad, pero no quiere decir que se aparte de nosotros si estamos tristes o abatidos, porque sabemos que su carga es ligera. Rompo absolutamente con la idea que todavía algunos aplican de la retribución, o de que Dios se aparta de mí porque he pecado. Cuando me equivoco es cuando más necesito a mi gente, y más necesito a Dios, ¿cómo se va a apartar el Dios de bondad?, algunos dirán por su justicia, pero es que amigos la justicia de Dios no es para nada lo que imaginan. Que el pecado, que el que alguien se equivoque, que por que fallemos, no se nos pueda negar la felicidad.


Termino, la felicidad es un derecho universal de la persona, para todos. Así que desde aquí lanzar a los políticos, bancos, hidroeléctricas, aguas, petroleras, ejércitos, integristas, opresores… DEJEN DE NEGARNOS EL ACCESO A LA FELICIDAD.

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