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martes, 30 de junio de 2015

MATEO 8, 23 SUBIR A LA BARCA

MATEO 8, 23 – 27: Luego subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De repente, se levantó en el lago una tormenta tan fuerte que las olas inundaban la barca. Pero Jesús estaba dormido. Los discípulos fueron a despertarlo. —¡Señor —gritaron—, sálvanos, que nos vamos a ahogar! —Hombres de poca fe —les contestó—, ¿por qué tienen tanto miedo? Entonces se levantó y reprendió a los vientos y a las olas, y todo quedó completamente tranquilo. Los discípulos no salían de su asombro, y decían: «¿Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y las olas le obedecen?»


El cristianismo utiliza muchas veces la analogía de la barca para llamar a la Iglesia, es el lugar en el que Cristo y los suyos se salvaguardan del mar, que en la literatura antigua equivale al mal, a lo desconocido, lugar de olas y tempestades, pero también es un lugar y una institución que muchas veces se muestra temerosa, tiene miedo. Es absolutamente normal leer en la prensa, o escuchar, un nuevo miedo de la Iglesia, ya sea si por la libertad sexual, si por la opción de sexo, si por la liturgia, si por los signos… y por más que Jesús les interpele, el miedo sigue existiendo.

Claro, uno de los efectos que provoca el miedo hace que la barca no sea lugar para todos, por ello aunque en el mar se escuchen gritos de socorro, o aunque haya manos que logren agarrarse a la barca, se les impide subir. No es que quieran que se ahoguen, pero tampoco quieren compartir la embarcación, y esto provoca un tremendísimo choque entre el mensaje del evangelio (que es para todos) y los ministros, obispos, cardenales… Sí, salvan y han salvado a muchos náufragos que iban a la deriva, pero participan por omisión del fatal desenlace de otros, ¿es que la barca no es para todos?

Cada opción cristiana tiene su propia barca, los evangélicos, los protestantes, los católicos, los ortodoxos, y todas se hacen las sordas según quien pide ayuda, o quién quiere casarse, o quién quiere ser miembro… que si están en pecado, que si son lesbianas, que si es un divorciado, que si da culto a ídolos… excusas, excusas, excusas.

Sí, gracias a Dios que tenemos en este mundo la parte contraria también dentro de cada profesión de fe, siempre hay siervos, pastores, ministros, obispos, y fieles que indistintamente ayudan a unos u otros sin distinción, sin malas miradas, sin exigencias, son hombres y mujeres que viven dándose a los demás, permitiendo que suban a la barca, sin importarles ir más apretujados, todos reman, todos ayudan, todos comen… y la barca también llega a puerto.


Jesús va dormido en estas últimas, en las que todo el mundo tiene billete. En las que no, difícilmente puede dormir Jesús, porque no puede calmar los vientos ni las olas del corazón de aquellos y sufre, sufre viendo cómo en su nombre se aparta o se deja solo al ser humano. Qué hubiera sido de nosotros si Cristo hubiera apartado a los cojos, a las sordas, a los ciegos, a las leprosas, o a quienes cometen adulterio…? 

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