Translate

lunes, 22 de junio de 2015

MATEO 7,1 QUE NADIE LOS JUZGUE

MATEO 7, 1 – 5: No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes. ¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame sacarte la astilla del ojo”, cuando ahí tienes una viga en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano.


Si Mateo viviera en nuestro tiempo y repasara un día la parrilla de programas de Tele 5, se llevaría las manos a la cabeza diciendo: no puede ser! No puede ser! Y aunque nosotros ya estemos acostumbrados a escuchas los insultos, las cóleras, a ver ebrios a los tertulianos… no deja de ser una fantochada que ha calado, y mucho, en todos lados. Desde gran hermano, la isla, el hotel, sálvame, corazón/corazón, mujeres y hombres… Aunque a mí no me gusten y no los vea, tengo presente que son los más vistos desde hace tiempo, porque a muchas personas les gusta ver cómo se arrancan los ojos, o se ponen a caldo, o publican sus trapos sucios… y no es que sólo los vean sino que además se paga, y bien pagada, la torta.

Muchos jóvenes ya no quieren parecerse a otro tipo de celebridades más sobrias, sino que lo que se lleva es o intentar participar de estos programas, o sumarse a la fiesta del juicio y la cogorza sea desde casa, o en el plató, o vayan a saber. Claro, parece que Belén Esteban sea más que Jesucristo, y que su vida y sus obras superen a las del Señor, que si la ingresan para rehabilitación, que si le ponen los cuernos, que si le sale un grano en la cara… ya hace tiempo que esta muchacha perdió los papeles, y bonita, te ha pasado factura.

¿Quién quiere ver cómo alguien se estrella?¿o cómo alguien destroza a otro?¿o cómo se utiliza a las personas, dándoles de beber, de fumar, de…? Esta es la vida que trasciende más allá de los evangelios, el servicio a las riquezas, el ojo por ojo, el juzgar al otro, el homicidio, espacios en los que la persona está orbitando en una especie de lugar sin gravedad, como un objeto,  es una rueda que termina al ser humano, que lo destroza, lo ningunea, se machaca. No hay clemencia, ni hay perdón verdadero, nada de lo que cuentan es cierto y lo pintan de color amarillo, y aunque es nuestra realidad del diario, y muy cercana, qué pena!

No juzgar, no hacer daño, no crear infelicidad, a veces pienso: ¿tanto cuesta?, me alegro de vivir en mi comunidad, con mis amigos y amigas, con mi familia, que son lugares amables, confidentes, amados, de respeto y que promueven a la persona, la quieren, la cuidan… y pienso que tenemos mucho trabajo que hacer, más aún del que ya se hace, porque esta otra realidad es terrible, terrible y no la puedo dejar de juzgar. Qué gran dilema! No estamos tan distantes de Shakespeare, o de Heidegger. El existencialista alemán nos decía que el ser humano para no ocuparse o preocuparse se refugia en la masa, y pierde su autenticidad (no soy yo mismo).


Vivir en lo impersonal es dejarse llevar por toda clase de caminos, y muchos serán malos. Es lo más costoso de la libertad, que uno no sabe qué hacer ante estas cosas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario