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martes, 13 de febrero de 2018

MATEO 6. CAMINOS DE CENIZA

 MATEO 6, 1 – 6 / 16 – 18Cuídense de no hacer sus obras de justicia delante de la gente para llamar la atención. Si actúan así, su Padre que está en el cielo no les dará ninguna recompensa. Por eso, cuando des a los necesitados, no lo anuncies al son de trompeta, como lo hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente les rinda homenaje. Les aseguro que ellos ya han recibido toda su recompensa. Más bien, cuando des a los necesitados, que no se entere tu mano izquierda de lo que hace la derecha, para que tu limosna sea en secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará. Cuando oren, no sean como los hipócritas, porque a ellos les encanta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que ya han obtenido toda su recompensa.
… Cuando ayunen, no pongan cara triste como hacen los hipócritas, que demudan sus rostros para mostrar que están ayunando. Les aseguro que éstos ya han obtenido toda su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sea evidente ante los demás que estás ayunando, sino sólo ante tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.


Nos acercamos a uno de esos momentos especiales del año en que con el gesto de la ceniza se escenifica una voluntad de conversión para iniciar uno de los caminos que nos llevan a la Pascua. Año tras año, repetidamente, la gente es movida a una actitud más de recogimiento, de penitencia o de interiorización en la que la Palabra de Dios se acoge con la voluntad de que meditándola cambie, transforme, nuestra vida. Es el deseo de acompañar ese itinerario de Cristo y que terminará con la resurrección del Señor.

Si hoy sólo me dirigiera a la comunidad cristiana pediría, hoy, que los mismos gestos que significan el ayuno, la oración, la limosna… en nosotros, sean también presentes, y visibles, tanto a nivel eclesial como a nivel social por aquellos que son ministros, presidentes, pastores, obispos, parlamentarios… que siendo parte del poder no muestran, para nada, su cristiandad. Mientras escucho con estupor las pagas de la familia real, de los diputados o de los ex presidentes, y demás, que fichan por las hidroeléctricas pienso en qué bueno sería tener un ejemplo vivo dentro de esa maraña del poder.

¿Es compatible la oración y el ayuno con la actitud de ellos? Probablemente sí, pues nadie queda excluido en su relación con Dios, aunque en ningún modo cumplen su voluntad cuando viven enriqueciéndose o participando de la corrupción en cualquiera de sus formas, desde Urdangarín a Monedero, porque nadie puede servir a Dios y al dinero. Así, mientras Dios llama a la limosna el dinero llama a robar, mientras Dios quiere compartir el dinero no quiere repartir. Y en esta relación de actitudes hay una separación entre la voluntad de Dios y la voluntad de ellos. El testimonio que recoge la sociedad está sucio, dañado y no es confiable. Por un lado hoy habrá cobertura de ceniza, de piedad, de cambio y por el otro cobertura de color, de quinientos, de dos cientos y de cien.

Debajo de todo este clima de borrachera, algunos nos preparamos para examinar el corazón, en qué nos hemos equivocado, a quién hemos fallado, qué necesito cambiar… y todo ello seguido a obras de misericordia que nos recuerda la obra de Cristo (dar de comer al hambriento, sanar al enfermo, dar vista a los ciegos…) que desea devolverle al ser humano su dignidad. En el horizonte un deseo de mejorar y de participar del don de Dios.

Pienso que hoy los papeles entre ministros y celebrantes se tendrían que invertir y deberían celebrar los fieles y recibir los ministros. Este año, a las obras de misericordia  de estas personas, que son santos de Dios, debería seguir la misma actitud primero de la Iglesia y, segundo, del poder. En este periodo de cambio parece coincidir el calendario electoral y con él la posibilidad en nosotros de votar una u otra propuesta. Pero OJO! Que mientras unos se dirigen a la vida con actitud penitencial, otros se dirigen a la vida con ánimo electoral, que vergüenza que los recursos de unos sean para las personas y los de los otros para un altar, una tarima y un discurso vanal.

Tanto da cómo se llamen, si de izquierdas o derechas, si de centro, monárquicos o republicanos, independentistas o no, con mayor o menor cartera social, si para el trabajador o para el empresario, con unos u otros lo cierto es que si algo cambia será el tamaño de su bolsillo, a nosotros nos queda el corazón. Pero gran pena que vivan embrujados de poder, borrachos de fama, cazados por ley porque no van a poder vivir esta proximidad con Jesús, la proximidad de la pobreza, del suelo, del Amor.

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