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martes, 5 de junio de 2018

MARCOS 12, 38. DEVORAN LA HACIENDA

 MARCOS 12, 38 – 40:  Decía también en su instrucción: «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa.



Vivir no es tarea fácil, aunque es algo maravilloso. Podríamos decir, no obstante, que esta maravilla del vivir tiene una parte, una cara, que es de vida y otra cara, la B, que es de cruz y que nos conlleva cosas que no son fáciles, por tanto puedo entender la vida según la cara en la que me encuentre: o un don, o una cruz. Hay personas que entienden la vida como una cruz y piensan que tienen que sufrir, incluso sufrir para ganar otra vida, como si este valle de lágrimas que nos hace perder casi todo fuera recompensado en otra vida. Es indudable que la vida tiene momentos complicados, y también que todos cargamos con algo en esta vida: unos muebles, otros almas… Añado, y para poder llevar la cruz te necesito, porque yo no puedo con todo.

En este pasaje Jesús nos dice que no carguemos una cruz al otro, a nadie. ¿Se han dado cuenta que hay personas a las que les molesta la felicidad de otros? Y les cargan con una cruz, como si no pudieran ser felices. Que si un enfado, que si una envidia, que si una carga… Qué tremendo es esto que pueda molestarnos la felicidad de los demás y que hagamos todo lo posible por borrarles la sonrisa. O qué increíble, aunque de lo más normal, que podamos aprovecharnos del dolor de otros, de un momento de bajón, de la pérdida de un ser querido para añadir dolor sobre dolor, hasta desnudar a la víctima.

Sería correcto que si llevamos una vida en plenitud seremos más solidarios con la felicidad del otro, e incluso con su dolor. En esta vida ya tenemos demasiadas cosas que nos pesan y lo que necesitamos, si cabe, es alguien que nos ayude, no que nos pise, o que nos hunda, o que nos dinamite el camino.

¿Quiénes son los escribas de nuestro tiempo? Quizás sólo tengamos que mirar dónde están las víctimas para poder responder, porque los escribas de hoy son más numerosos y tienen mucho poder, controlan el poder mediático y el fáctico, controlan el tiempo y la energía e incluso tienen la facultad de crear confusión, tiempos de crisis o de terminar con nuestra economía. Son escribas que actúan a lo descarado, con impunidad, incluso con el beneplácito de las urnas. Han cambiado las filacterias y su ropaje por democracia, por consenso, por Constitución… y siguen devorando nuestras haciendas con largas oraciones, con promesas, con intenciones…

Hay muchas viudas, tantas como escribas, ¿y dónde estamos los cristianos? Quizás tenemos que pedirle a Dios que nos ilumine para aprender a consolar el tiempo que vivimos, porque más que nunca hoy debemos ser como ese hospital de campaña. Que el que tenga lona la traiga, que el que camas las lleve, que el que medicinas que las suministre…

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