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sábado, 16 de junio de 2018

MATEO 5, 33. CUMPLE LAS PROMESAS

 MATEO 5, 33 – 37También han oído que se dijo a sus antepasados: “No faltes a tu juramento, sino cumple con tus promesas al Señor.” Pero yo les digo: No juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer que ni uno solo de tus cabellos se vuelva blanco o negro. Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno.



Leyendo este pasaje me viene a la cabeza la película EL CLUB DE LA LUCHA, porque de modo muy drástico y radical el protagonista lleva su SI hasta las últimas consecuencias, a pesar de los muchos NO que surgen en su camino. La última escena, cuando explotan las bombas, se dirige hacia un cambio global en el que todo empezaría desde el caos. Para nosotros no debe ser así, pero como el protagonista debemos llevar nuestro SI y nuestro No hasta el final. Concreto, lo que nosotros declaramos SI es a favor de la VIDA y lo que decimos NO es a la esclavitud. No necesitamos provocar un caos para que el mundo renazca, sino que esperamos que el mundo sepa nacer del anuncio del evangelio (quizás como Nicodemo – Juan 3).

Por supuesto, llevar el SI a la vida hasta las últimas consecuencias nos implica en mayor grado a hacer todo lo posible para que el mundo sea un lugar mejor, y en el que el ser humano encuentre un espacio de paz, de amor… No como una utopía sino como una labor que puede realizarse con el compromiso de todos los cristianos y de todo aquel (o aquella) que lo desee, porque ayudar no es exclusivo de los cristianos, sino algo inherente a la persona en tanto reflejamos el bien de Dios. Por tanto, el primer estadio es en el que nos encontramos tratando de persuadir a la otra parte del mundo de sus políticas de energía nuclear, armamento, explotación infantil, sanidad, programas de prevención, reparto de la riqueza… algunas entre las muchas, muchísimas, que destruyen al ser humano.

Es un estadio difícil, y lo es porque en nuestros 2000 años después de Cristo todavía nos retiene. Pensar que el ser humano ha evolucionado es quedarnos en el escaparate. Claro, tenemos los avances propios de cada época y damos gracias, pero si tecnológicamente vivimos un auge que cada vez nos lleva más lejos, humanamente nos declaramos con las mismas faltas de Caín: “y a mí qué dónde está mi hermano?!”. Y a nuestro mundo del Norte qué lo que les pase a nuestros hermanos del Sud?! A los ricos qué con los pobres?! A los que están preparados qué quienes no lo están?!

Y qué es el NO de nuestro tiempo? Enseñar a las generaciones que vienen que en la vida triunfan los tiburones, que la vida es una competición, que en la vida hay que ser algo aun a costa de los demás, que primero yo y después yo y después yo, que con mi cuerpo puedo hacer lo que me da la gana… Y cada cultura tiene sus propios NO desde los que se educa a los hijos o a las hijas, a los jóvenes, a los que van a heredar este mundo partido.

Y qué es el SI: bueno, leyendo lo que he dicho indudablemente es una lucha, una pelea que quiere liberar al ser humano de todas esas cadenas de opresión en las que vive y ofrecerle solamente ser libre, para que viéndose liberado sea capaz de retomar su vida. 

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