Translate

viernes, 8 de junio de 2018

MARCOS 3, 20. DE REMATE

 Marcos 3, 20 - 21: En aquel tiempo, Jesús fue a casa con sus discipulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.



Marcos nos va a situar muchas veces en una especie de distancia entre la familia carnal de Jesús y la verdadera familia del Cristo, que tiene un sentido más mesiánico. Marcos deja patente la incomprensión de los suyos, aquí lo tratan como a un loco, y más adelante veremos como Jesús replica aquello de que mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra. Hay, en los evangelios, una diferencia sustancial entre lo que escribe Lucas y lo que presenta Marcos: en Lucas hay una defensa de la familia del Cristo a pesar de narrar los mismos acontecimientos (viendo incluso el papel preponderante de María), mientras que en Marcos esta familia de la sangre sufre una connotación más despectiva por parte del evangelista.

En la vida hay locos, benditos locos y locos de remate. A los cristianos se nos llama locos porque creemos en el evangelio de un Dios hecho hombre que muere y resucita, pero es que en realidad somos un pueblo que vive en esperanza, en esperanza de otra locura, que es la segunda venida. Esta espera esperanzada nos lanza a una segunda locura, que es una locura bendita: el Amor, el amar a los demás como Dios nos ama a nosotros, y esto no nos viene como impuesto por una doctrina, o como sugerido por alguna norma, pues ¿acaso el amor puede ser un mandamiento? No, por supuesto! El amor es algo que nace del corazón, del interior, y podríamos decir que nuestro interior es el lugar de encuentro entre nuestro ser y la presencia del Espíritu Santo, bendita locura!

Después están los locos de remate, que para este mundo nuestro son todos aquellos que son demasiado buenos, que han prescindido de las inquietudes materiales del momento, que ejercen su vida como en donación, que viven desde la gratuidad, que son parte de una comunidad de vida y que, por encima de todo, viven una singular realidad de encuentro entre lo que podríamos llamar como plenitud de los tiempos y la propia historia de la humanidad, la de los hombres y las mujeres. A estos locos de remate les han llamado de todo, los han excomulgado, perseguido, ninguneado, atribulado... y aún cuando quedaron al amparo de Dios, su locura, su tremenda locura, termino en una experiencia preciosa.

¿Si prefiero que vengan a buscarme mis padres, o mis hermanas, o mis parientes para llevarme a la fuerza porque lo dedico todo al ser humano? Que vengan! Que me lleven! O que me pongan una camisa de fuerza, me ingresen en un psiquiátrico y traten de atiborrarme a pastillas que uno, cuando es un loco en Cristo, siempre es loco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario