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viernes, 4 de septiembre de 2015

LUCAS 5, 36 VINO NUEVO Y ODRES VIEJOS

LUCAS 5, 36 – 39: Les contó esta parábola: —Nadie quita un retazo de un vestido nuevo para remendar un vestido viejo. De hacerlo así, habrá rasgado el vestido nuevo, y el retazo nuevo no hará juego con el vestido viejo. Ni echa nadie vino nuevo en odres viejos. De hacerlo así, el vino nuevo hará reventar los odres, se derramará el vino y los odres se arruinarán. Más bien, el vino nuevo debe echarse en odres nuevos. Y nadie que haya bebido vino añejo quiere el nuevo, porque dice: “El añejo es mejor.”



El evangelista nos sitúa hoy ante un buen ejemplo que utiliza para referirse a la doctrina de Jesús en contraposición con la doctrina de los fariseos, con los que viene discutiendo, e incluso con la de los discípulos de Juan el Bautista: el vino del Padre no es el vino de los hombres, la Palabra de Dios no son nuestras leyes. Pero si bien una cosa son las doctrinas, otra cosa muy distinta sucede en el global de nuestra vida y es que vino nuevo y vino viejo terminan por mezclarse, ya sea por tradición, por herencia, por educación o por el motivo que sea. Lo hemos visto en cualquier transición, en el paso de los setenta a los noventa, de la religiosidad a la secularización, del Holocausto a la acogida de refugiados… El mundo es el ejemplo perfecto de un odre viejo que contiene vino nuevo, y de un vestido nuevo, rasgado, que a veces se remienda.

Nosotros somos odres viejos, en nuestro interior conviven muchos tipos de vino, desde el más joven al añejo, desde el que está agriado al mejor, un único cubículo, una sola barrica capaz de contener diferentes líquidos e incluso capacitada para terminar con unos y renovarse con otros. La clave, diríamos, está en saber vaciarse o aprender a vaciarse porque es necesario desprenderse de todo mal, de toda avaricia, de toda ira, de todo ego para llenarnos de Dios, de amor a los demás, o de generosidad, por ejemplo. Esa es la fórmula ideal para todo hombre o mujer que quiera vivir en libertad, vaciarse de toda regla, de todo prejuicio, de toda doctrina, de toda opresión. Vaciarse, sabemos, también es como el preámbulo para llegar a lo espiritual, desprenderme de lo físico, de las riquezas, de mis seguridades. Hay que aprender a vaciarse.

Pero no siempre es posible, y no tiene que quitarnos el sueño cuando vino viejo y vino nuevo deben convivir. Nos pasa en la vida conyugal, en la vida de pareja, en las relaciones unos y otros. Hay discusiones, disputas, diferencias, posiciones, normas, tradiciones… lo de siempre no sabe acoger a lo nuevo, y lo nuevo quiere imponerse a lo de siempre. Y cuando eso ocurre en toda comunidad se vive un tiempo de agitación, y se derrama vino viejo y se derraman vino nuevo, y marcha gente (nueva y vieja). Lo podemos ver en el ámbito civil, en el ámbito político, en el ámbito económico y mucho más en el ámbito tecnológico, que aunque se renueve el vino y los odres siempre resta alguno antiguo, viejo, tradicionalista, obsoleto… Hay un viejo reclamo que dice: renovarse o morir.

Cristo diría: hay que morir a lo que somos cada día, en cierta manera hay que saber vaciarse para que cada día entre, en nuestro interior, nuevamente ese aire, ese vino, ese Espíritu del Señor. Lo mismo diría a las instituciones, en especial a la Iglesia, con sus odres rotos y sus vestidos viejos repletos de remiendos: vacíense! No queremos una iglesia repleta de egos, de autoridades, de intransigentes, de inmovilistas… No queremos odres por los que no pasa el vino de la vida, el vino de la historia, el vino de la humanidad.

Hoy resulta paradójico que aunque vamos a iglesias vacías, uno siempre las encuentra llenas, pero hay que saber leer el tiempo que vivimos, ver lo evidente, que ese vino está picado, agria, disgusta, que hay que vaciarlo, lavarlo y volverlo a llenar.


En estos últimos tiempos el mundo ha mostrado sus demandas, sus deseos, su oración (si quieren llamarla) ¿y las instituciones? Por qué me da que cada vez veo a más costureras, y más hilo, y más coderas y rodilleras.

8 comentarios:

  1. Ufff verdadera mente siempre leia este pasaje y nunca lo entendia pero hoy entendi lo bonito que es leer y que Dios abra tu entendimiento gracias

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  2. Amén, Dios les continúe bendiciendo y llenándoles de sabiduría divina. Gracias.

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  3. Renacer todos los días con un corazón cada día más puro y todo lo demás se dará por añadidura. Leer la Biblia, entenderla, y hacerla y serla

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    1. Me pasaba que leía este pasaje y no entendía que quería decir. Bendiciones!!!

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  4. Gracias logré entender este versículo

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  5. Debo ser muy dura de entendimiento, osea yo soy el género viejo y no me puedo poner 1 pedazo nuevo mientras mi corazón mi mente no se renueven, me arrepienta y solo crea en el SEÑOR Ahí entonces al desechar todo lo viejo que hay en mí....sí puedo recibir LO NUEVO.
    Amén y gracias

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  6. Ya entendí el versículo gracias. Debemos renovarnos dia a dia ser mejores y reconocer que nos equivocamos y saber que podemos ser odres nuevos.Amen

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