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viernes, 25 de septiembre de 2015

LUCAS 9, 43 COSAS QUE NO ENTENDIERON

LUCAS 9, 43 – 45: Y todos se quedaron asombrados de la grandeza de Dios. En medio de tanta admiración por todo lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: —Presten mucha atención a lo que les voy a decir: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Pero ellos no entendían lo que quería decir con esto. Les estaba encubierto para que no lo comprendieran, y no se atrevían a preguntárselo.



Pregunten, hagan el favor de preguntarlo todo, más aún aquellas cosas que no entienden, o las que son difíciles y complicadas, que no les quede ninguna duda por preguntar porque lo que tenemos por delante, y toda la vida, va a ser un mar de dudas, de preguntas, de interrogantes… que no están colocados para que nadie se pierda sino para que cada uno encuentre su significado y se lo añada a su peregrinación vital. En el tiempo de redacción de los evangelios, estas dudas que emergen entre los discípulos y que quedan como en el aire responde a que los que fueron testigos del acontecimiento Jesús de Nazaret ya habían fallecido y al no haber testigos directos empezaron a surgir preguntas en la comunidad creyente, dudas que responderán con la redacción de los evangelios.

Los evangelios tienen ya muchos siglos a sus espaldas, y a pesar de que los utilizamos como la fuente principal no debemos obviar que el paso del tiempo va desgastando las respuestas que se nos proponen. Claro, a pesar de que la fe no caduque, está claro que nuestra fe evoluciona, crece, se amplifica o disminuye si según lo que encontramos tiene o no tiene cabida en nuestro corazón. Nosotros seguimos siendo parte del discipulado, una generación determinada de creyentes que han dado respuesta a muchos interrogantes y a pesar de que hemos tenido a grandísimos tutores como Karl Rahner, Shillebeckx… no debemos sólo quedarnos con las afirmaciones del profesorado.

Cada uno de ustedes afronta cada día una serie de situaciones que a veces demandan destreza, otras compasión, otras determinación, otras reflexión… y si las solventan adecuadamente las dan como superadas. ¿Qué ocurre con las que no? Miren el caso de una relación personal, de pareja, que cuando en una discusión nadie sabe el motivo por el que comenzó se produce un gran dolor entre ellos. A veces, incomprensiblemente, nos hallamos en medio de una batalla, de una discusión, de una problemática, o de una situación amable, favorable, o amigable que nos sorprende, nos interroga y provoca en nosotros un momento de duda. Eso dolor, en algún caso, o esa duda, en otro, además provoca un daño físico y emocional que no podemos llegar a comprender y en muchos casos se calla, viene el silencio, o se pone distancia.

Pregunten, interroguen, sacúdanse las dudas. Este es el mensaje que diría a los más pequeños, para que crezcan con curiosidad, aunque también se lo podemos decir a los más mayores, para apaciguar su corazón. ¿Cuántas cosas hay sin responder en tu vida? Vive un dolor silencioso que proviene de la falta de comprensión, de la complejidad de las relaciones, de la dificultad para asimilar la realidad y debemos tener cuidado con él porque crece en nosotros hasta quitarnos la paz.


Pregúntenlo todo, amados y amadas, si me quieres, si me lo puedes volver a explicar… todo.

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