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viernes, 11 de septiembre de 2015

LUCAS 6, 39 LOS CIEGOS Y LA DIADA

LUCAS 6, 39 – 42: También les contó esta parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? El discípulo no está por encima de su maestro, pero todo el que haya completado su aprendizaje, a lo sumo llega al nivel de su maestro. ¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo y no le das importancia a la viga que tienes en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame sacarte la astilla del ojo”, cuando tú mismo no te das cuenta de la viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano.




Creo que ni en el mejor de los casos podía, hoy, el evangelio coincidir tanto con la realidad y con la celebración que, cada once de septiembre, tenemos en Catalunya. Con sólo leer el pasaje uno puede imaginarse la situación política que vivimos entre gobierno central y opción independentista: la presión mediática, la inexistente inestabilidad entre catalanes y españoles, los casos recientes de corrupción que salpican al ciudadano… Parece como si desde las filas del gobierno central quisieran quitarnos, a los catalanes, la astilla. Hipócritas! Pues para justificarse ante la población utilizan la viga de la prensa, de la televisión, la presión judicial, las investigaciones y denuncias, las evasivas, al ejército o la provocación… y aunque mucho se ha escrito, lo cierto es que todo proviene de la misma chistera: ¿acaso puede un ciego guiar a otro ciego?

Lo importante para nosotros, que somos los que cada día tenemos que luchar, sudar, trabajar, comer y vivir, es saber (o aprender) a traspasar esa viga que la política, y el poder, pone en el ojo de cualquiera. Pero para ello hace falta claridad, hace falta empezar aceptando que delante de nosotros existe una gran viga: sea ideológica, sea religiosa, sea de raza, sea económica… con esa falta de visión el ser humano se aparta de lo que realmente importa, y prescinde de la realidad, de su percepción, para dejar que otros medios entren en su opinión, o decisión. Eso es ceguera amados, estamos no sólo atados de pies y manos sino que además no podemos ver, quizás pronto tampoco podamos oler, puesto que la oída también se halla contaminada.

¿Y qué ocurre? Bien, fíjense, estamos en el hoyo. Hace años que la sociedad estaba siendo preparada para caer en el hoyo y ahora, que algunos despuntan, habrá que aprender a salir de él, siempre que ustedes quieran (por supuesto). La crisis, la corrupción, la falta de oportunidades, el desempleo, la hambruna, la inmigración… menudo hoyo! Ahora, estén seguros de que esos ciegos que nos guían no viven dentro del hoyo y, además, si saben leer e interpretar verán que cada día se asoman para decirnos que nos dejemos, hermanos, quitar la paja del ojo.


Este once de septiembre es día de libertad y en el grito de la gente, en su reivindicación, no hay más que un momento en que parece que somos capaces de quitarnos la viga que ponen delante de nosotros, aunque sea un momento. Para algunos las reivindicaciones, o las manifestaciones, se han de prohibir. Tienen miedo. Tienen pavor a que ustedes recuperen la vista, el olfato, la oída, los sentidos. Si recuerdan, hace unos días leímos aquel pasaje en el que Jesús decía al sordo EFATA! ABRETE! Recuperen esa cita, ese pasaje, ese texto y llévenlo a su corazón y a su vida. Abran sus ojos!

Feliz Diada a todos.

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