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lunes, 7 de septiembre de 2015

LUCAS 6, 6 LA MANO PARALIZADA

LUCAS 6, 6 – 11: Otro sábado entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada; así que los maestros de la ley y los fariseos, buscando un motivo para acusar a Jesús, no le quitaban la vista de encima para ver si sanaría en sábado. Pero Jesús, que sabía lo que estaban pensando, le dijo al hombre de la mano paralizada: —Levántate y ponte frente a todos. Así que el hombre se puso de pie. Entonces Jesús dijo a los otros: —Voy a hacerles una pregunta: ¿Qué está permitido hacer en sábado: hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla? Jesús se quedó mirando a todos los que lo rodeaban, y le dijo al hombre: —Extiende la mano. Así lo hizo, y la mano le quedó restablecida. Pero ellos se enfurecieron y comenzaron a discutir qué podrían hacer contra Jesús.



El sábado representa en este pasaje un momento determinado de cumplimiento en la vida del judío piadoso. Un momento que no puede romperse, que debe cumplirse, que hay que acatar incluso más allá de la posibilidad de hacer bien en ese instante. Este sábado sujeta al ser humano, lo paraliza, lo retiene… pero la vida no puede guardarse, el tiempo no puede atascarse y sea el día que sea ocurren cosas: buenas o malas. Sábado puede ser cualquier situación en la que no se quiere la acción del ser humano: Hungría es a día de hoy un sábado; el bloqueo de EEUU sobre Cuba, por ejemplo, también ha sido otro sábado; la huella del narcotráfico en cualquier rincón del planeta es, nuevamente, un sábado; la guerra en Ucrania, viendo la mano paralizada de la Unión Europea… En todos estos ejemplos se pone, además, en entredicho la posibilidad de hacer el bien.

¿Qué está permitido hacer en sábado? No me atrevería a contestar rápidamente. De momento quizás tendríamos que preguntar: ¿A quién le está permitido hacer algo en sábado? Sí, sabemos que en sábado se permite iniciar conflictos si hay petróleo por el medio; si hay gas, también podemos pisar el sábado; lo pueden hacer China, EEUU, Rusia, Alemania o Inglaterra; en sábado se permite bombardear si eres de un grupo islámico, o si estás entre Israel y Palestina; los sábados llegan las drogas, las armas, la prostitución infantil y los abusos; también las grandes empresas pueden seguir explotando en sábado… Diríamos que el sábado abarca muchas cosas, pero lo que no pueden, lo que no deben y lo que no se permite hacer en sábado es el bien. Claro, recuerden, también está permitido acusarles.

El evangelista nos insta a ser como Jesús, porque lo verdaderamente valiente en este momento es hacer el bien: hacerlo y rehacerlo, sin cesar. Se imaginan que harían en África si diéramos movimiento a su mano paralizada? O qué ocurriría restableciendo el comercio justo, la banca solidaria y las energías alternativas? O y si restableciéramos al ser humano, devolviéndole identidad, dignidad y libertad?

Recuerden al doctor Galán en Colombia, a Martin Luther en EEUU, a Ghandi, a Casaldaliga en Brasil, por ejemplo. A todos les llegó la acusación por hacer bien en sábado, por molestar al poder en sábado, por restablecer al ser humano en sábado. El camino es ese, molestar, incordiar, pelear y ganar a quienes nos establecieron el sábado para que no hiciéramos nada. Todos tenemos la experiencia de encontrarnos con todo cerrado, sin un alma en la calle, con las persianas bajadas, sin actividad… No se dejen llevar por esa pauta, sería como detener el corazón y si dejara de palpitar moriríamos, aunque quizás ya hemos muerto un poco.


El fin del evangelio tiene que ver, un poco, con esto de restablecer al ser humano, con Dios. Y para reconciliarlo hay que enfrentarse al sábado, sea que me absuelvan o que me acusen no tengo temor.

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