Translate

sábado, 12 de mayo de 2018

JUAN 16, 23b. ACERCA DEL PADRE

 JUAN 16, 24 – 27Hasta ahora nada le habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado. Os he dicho todo esto en parábolas. Se acerca la hora en que ya no os hablaré en parábolas, sino que con toda claridad os hablaré acerca del Padre. Aquel día pediréis en mi nombre y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque me queréis a mí y creéis que salí de Dios.



Qué especial el modo como el evangelista llega a hablar de las relaciones entre el mundo que vemos y el mundo celeste, entre Dios y los seres humanos, y todo ello a través del nexo en Cristo, quien comunica el amor del Padre y quién se encargará de interceder por nosotros, porque a fin de cuentas, cuando hablamos de amor también hablamos de Cristo.

Jesús hace referencia a su ministerio aquí en la tierra en el que ha jugado el papel de un maestro que enseñaba a sus discípulos con parábolas. Aunque ahora, cercana la pasión, el tono de sus palabras cambia y se tornan más profundas, también más directas y también más difíciles, parece que Jesús está dispuesto para descubrir aquello que el velo impedía que viéramos con claridad. Ahora no podréis comprender lo que os hablo, pero más tarde sí podréis entenderlas, y en este camino estamos más de dos mil años después, creyendo conocer con mayor claridad el camino del Padre.

San Agustín hablará de este conocimiento profundo cuando se refiera a Dios como lo más íntimo de lo íntimo de mí mismo, que se va descubriendo conforme al amor, que supera cualquier abismo, porque a través del amor humano es como entendemos, en alguna medida, el amor de Dios. Es como el punto de partida más cercano a nosotros mismo, quitamos todo aquello que en nuestra vida mostramos como parábolas y entramos a descubrir lo que realmente somos.

Cuánto nos cuesta, a veces, mostrarnos al otro lo que realmente somos, sin vestidos, sin maquillaje, sin máscaras. Normalmente, con nuestros más íntimos, nos vamos desnudando progresivamente, sin hacerlo de golpe, porque no sabemos si lo que somos va o no va a gustar, y en el fondo no queremos ser rechazados. Pero el evangelista nos muestra que llega ese momento en el que Jesús va a mostrar todo lo de Dios sin parábolas, desnudo, y lo hace como gesto de la plena confianza hacia nosotros como ofreciéndonos su íntimo más íntimo sin vacilar, sin dudas, con total gratuidad y haciéndolo además cercano, próximo. 

Igual con nuestras relaciones, Jesús nos invita hoy a desnudarnos, a dar lo que somos, a ofrecernos naturalmente y sin tapujo a amar. Podemos aprender de él que no nos oculta nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario