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viernes, 1 de septiembre de 2017

MATEO 24, 42. VIGILANTES

 MATEO 24, 42 - 50: »Por lo tanto, manténganse despiertos, porque no saben qué día vendrá su Señor. Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se mantendría despierto para no dejarlo forzar la entrada. Por eso también ustedes deben estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen. »¿Quién es el siervo fiel y prudente a quien su señor ha dejado encargado de los sirvientes para darles la comida a su debido tiempo? Dichoso el siervo cuando su señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber. Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes. Pero ¿qué tal si ese siervo malo se pone a pensar: “Mi señor se está demorando”, y luego comienza a golpear a sus compañeros, y a comer y beber con los borrachos? El día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada el señor volverá.


Si supiéramos lo que va a pasar todos permaneceríamos despiertos, atentos, vigilantes… no cabe la menor duda. Pero el hecho es que ni conocemos el futuro ni, muchas veces, somos capaces de mantener la misma tensión puesto que toda espera tiende a relativizarse cuanto mayor es el tiempo que pasa. Ocurrió con la ansiada venida de Cristo para los primeros cristianos, ocurre en nuestro tiempo con otras tantas cosas. Ocurre cuando acusamos a Dios del mal en el mundo; ocurre con todas estas sectas que esperan a Cristo; ocurre con los mensajes apocalípticos; ocurre, en definitiva, también cuando se produce un atentado o cuando, esperando, ponemos nuestras esperanzas en la recuperación económica, por ejemplo.

Cuando algo que se demora en el tiempo ocurre, generalmente, nos encuentra despistados. Podemos, sí, mantener la tensión del día a día pero esto es como hacer ejercicio, que hay días en que estamos verdaderamente agotados y no rendimos, pues no siempre es posible enfrentar la tabla con las mismas fuerzas o con las mismas energías. Por tanto, que nadie se asuste si llegado el momento se encuentra despistado, o cansado, o durmiendo…

Ser un siervo fiel tiene que ver con muchas otras cosas, aunque para el evangelista sea un trazo ineludible del buen discípulo. Ser fiel es dedicar tiempo a los demás, ayudar a los necesitados, cuidar de los enfermos, educar… Ser fiel tiene que ver con la compasión, con el amor, con el compromiso… Ser fiel lleva rasgos de bondad, de solidaridad, de compañerismo… Ser fiel, en definitiva, tiene que ver con la vida y no con un momento, por más importante que sea.

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