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viernes, 14 de julio de 2017

MATEO 10, 16. ENTRE VIDA Y MUERTE

 MATEO 10, 16 – 22: Los envío como ovejas en medio de lobos. Por tanto, sean astutos como serpientes y sencillos como palomas. »Tengan cuidado con la gente; los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. Por mi causa los llevarán ante gobernadores y reyes para dar testimonio a ellos y a los gentiles. Pero cuando los arresten, no se preocupen por lo que van a decir o cómo van a decirlo. En ese momento se les dará lo que han de decir, porque no serán ustedes los que hablen, sino que el Espíritu de su Padre hablará por medio de ustedes. »El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo. Los hijos se rebelarán contra sus padres y harán que los maten. Por causa de mi nombre todo el mundo los odiará, pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo.


Si leyéramos este pasaje al amparo de la radicalidad del anuncio cristiano en diversos momentos de la historia tendríamos, sin duda, que hacer referencia a los mártires, por un lado, y a los abusos para instaurar la fe, por el otro. La historia ha teñido de sangre en uno u otro sentido desde tiempos inmemoriales que, hoy, recoge este pasaje. Tratar de reconocer el evangelio de Jesús en estas condiciones me parece cuanto menos un desacierto porque, a fuerza de vidas, ¿podemos estar seguros que esa fuera la voluntad de Dios?¿que a causa de su amor vengan muertes?

No creo en la defensa vehemente del Evangelio como tampoco en la imposición del mismo. Todo ello huele a intransigencia. Es como si recogiéramos aquella máxima educativa que decía que la letra con sangre entra. Pues de ninguna manera, porque no podemos ni programar evangelistas para que perseveren hasta el final a fuerza de sus vidas ni, tampoco, podemos ir a otras culturas a instaurar a golpe de espada la bondad de Dios ni el Reino de su Hijo.

No cabe duda que vamos a seguir viendo, leyendo, escuchando ejemplos de personas que mueren en una u otra situación. Hay situaciones de guerra en las que defender la fe es una opción integral y no las juzgo, porque comprendo que en determinadas situaciones uno tiene que ser fiel a quien es. Pero no podemos generar mártires en situaciones en las que podría evitarse.

Está claro también que hay situaciones de denuncia social, política… que conllevan un peligro para la vida de las personas que defienden a los más desfavorecidos. Todos, ellas y ellos, merecen un reconocimiento. Pero más allá de su lucha merecen todo el apoyo de una institución que los mira desde la barrera con timidez y, a veces, menosprecio (qué deben estar haciendo estos locos).

Miremos de transformar a estos agentes de martirio en agentes de paz; tratemos de no hacernos de la vía impositiva en otras culturas; busquemos la convivencia agradecida y gratuita y respetuosa con el mundo, la naturaleza, las religiones… No ensalcen la muerte sino el Evangelio de la vida.

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