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jueves, 6 de julio de 2017

MATEO 9. LEVANTATE Y ANDA

 MATEO 9, 1 – 8: Subió Jesús a una barca, cruzó al otro lado y llegó a su propio pueblo. Unos hombres le llevaron un paralítico, acostado en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: —¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados! Algunos de los maestros de la ley murmuraron entre ellos: «¡Este hombre blasfema!» Como Jesús conocía sus pensamientos, les dijo: —¿Por qué dan lugar a tan malos pensamientos? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados quedan perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Y el hombre se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la multitud se llenó de temor, y glorificó a Dios por haber dado tal autoridad a los mortales.


¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados quedan perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? Ciertamente dependerá de lo que entendamos por pecado, pues según sea nuestra religiosidad, o nuestra tradición, o nuestra capacidad de entendimiento… siempre será más fácil decir: levántate y anda.

Con el tema del pecado corremos el riesgo, pienso, de hacer al ser humano muy miserable. Viendo cómo nos ha ido en la historia, además, diría que no sólo ha sido sino que todavía es así. El pecado, como tal, empobrece a la mujer y al hombre, los somete, los deja maniatados al amparo de la ley – religión. Cómo puede ser que tengamos que pedir perdón por casi todo? Que sentirnos mal por muchas de las acciones que nos son inherentes? Que hayamos hecho del seguir a Cristo una losa de piedad y culpa? Verdaderamente sigue siendo más fácil, aunque no más practicado, volver a decir: levántate y anda.

Claro, que Dios, que Cristo, perdone los pecados nos sitúa a nosotros en el campo del Misterio, nuevamente. Entender que Dios da autoridad a los mortales para perdonar pecados es una aberración. En todo caso, como seres humanos, tenemos la posibilidad de perdonar y de ser perdonados por los demás. Pero, quién puede garantizar (en caso de que sea así) que Dios nos ha perdonado? Es la cruz la garantía suficiente? Porque si la cruz es la garante de nuestra seguridad qué sentido tiene, como decía la canción, y volver, volver, volver… en este caso a confesar. En todo esto, me temo, hay puntos de demasiada oscuridad.

Qué es más fácil, no. Qué podemos decir: Humanidad, levántate y anda. Mujer, levántate y anda. Hombre, levántate y anda.

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